Desde las trincheras de los conflictos más violentos del siglo XXI hasta la tranquilidad de los pastes en Hidalgo, Alberto Peláez es un periodista que ha visto lo mejor y lo peor de la humanidad. Con más de 20 guerras documentadas en su trayectoria, su mirada es un testimonio del presente y un análisis del futuro. En su paso por Hidalgo, nos dijo una frase inquietante: “Por primera vez en décadas, el mundo se asoma al abismo de una guerra a gran escala”.
Peláez ha entrevistado a dictadores, jefes de Estado y líderes mundiales. Su análisis no se basa en especulaciones, sino en la experiencia directa con los grandes arquitectos del poder. Según él, estamos cerca de una guerra a gran escala, en parte porque las grandes potencias han aumentado su gasto militar de manera alarmante. Desde la invasión de Ucrania por parte de Rusia hasta las crecientes tensiones en la presidencia estadounidense de Donald Trump, hay un peligroso tablero de ajedrez en el que todos los movimientos cuentan.
“Desde la Segunda Guerra Mundial, el mundo no había estado tan cerca del abismo”, advierte un periodista que ha sido testigo de las peores consecuencias de las tensiones entre países. “Nos estamos asomando a un punto de no retorno. Desde Hiroshima y Nagasaki no habíamos experimentado una tensión de esta magnitud”, afirmó Peláez en su entrevista para Radio y Televisión de Hidalgo.
Hidalgo, en este contexto global incierto, se distingue por su estabilidad y crecimiento. Peláez destacó que el estado ha logrado avances significativos en los últimos años.
Peláez enfatizó que el estado tiene paz social y económica. En tiempos de incertidumbre, las regiones con estabilidad se convierten en puntos estratégicos para la inversión, la estabilidad y el crecimiento. Sin embargo, advirtió que ningún territorio sería completamente inmune a los efectos de un conflicto global.
Al final de la conversación, le pregunté a Alberto Peláez sobre cómo ha logrado mantener una actitud positiva, después de haber sido testigo de mucha destrucción. Su respuesta fue simple, pero profunda: “La vida es un reto constante. Hay que seguir adelante”.
Cada generación ha tenido su punto de quiebre, su momento en el que la historia se escribe con guerra o con diplomacia. Hoy estamos en esa encrucijada. El mundo está en tensión, pero la historia nos ha enseñado que la paz y el progreso son construcciones y transformaciones diarias.