El Congreso estadunidense tiene una intensa agenda que cumplir antes de fin de año: desde proyectos de ley de egresos y exención de impuestos a la energía hasta un posible voto en la Cámara baja sobre la destitución presidencial.
Los líderes del Congreso, Nancy Pelosi (Cámara de Representantes) y Mitch McConnell (Senado), aún no han decidido cómo agendarán los proyectos de ley, pero el escenario lógico sería incluir el nuevo tratado sustituto del TLC.
Aunque la agenda es intensa, el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (TMEUC) formaba parte de las prioridades legislativas, a pesar de los mensajes contradictorios de la presidenta de la Cámara de Representantes.
El presidente Donald Trump ha criticado a los demócratas durante semanas por la demora en ratificar el nuevo TLC, y el Partido Republicano culpa a la investigación del juicio político en curso por estancar el pacto.
El problema está en que los demócratas han advertido que no llevarán a votación el tratado si no se incluyen disposiciones laborales más estrictas para hacer que los sindicatos mexicanos sean más independientes y libres de influencia corporativa, e incluso haya inspecciones en la frontera.
Pelosi indicó la semana pasada que estas disposiciones siguen siendo tema de las conversaciones con el Representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer.
La líder demócrata está negociando al mismo tiempo asuntos laborales de fondo con Lighthizer y el presidente del sindicato AFL-CIO, Richard Trumka.
Otro problema es de procedimiento: México no acepta renegociar el tratado ya suscrito por las tres partes, de conformidad con la regla del fast track, es decir, se aprueba o se rechaza todo, pero no se puede cambiar ni una coma del texto que México ya ratificó.
Si fallan las negociaciones, Trump tendría que seguir con el TLC, actualmente vigente, o cumplir con la amenaza de eliminarlo, lo que sería devastador para la economía, lo que no le conviene.
Mientras tanto, los mercados continúan avanzando bajo la expectativa de que se logre un acuerdo con China y que el TMEUC se apruebe.
El problema de la negociación del TMEUC no está con el gobierno de Trump, sino en la pretensión de los sindicatos estadunidenses de aplicar medidas de inspección laboral en México, entre otras demandas.
Las próximas tres semanas serán decisivas para la eventual ratificación del tratado comercial, pero a menos de que ocurra un milagro, la votación del TMEUC se podría retrasar hasta después de la elección presidencial del próximo noviembre, clave para poder ganar los comicios de 2020 con el apoyo de los trabajadores.
Así que, al final el TMEUC depende de asuntos electorales internos de Estados Unidos sobre los cuales México poco puede influir.
Todo parecía que este año sí habría TMEUC. Ahora parece que será pospuesto, a menos de que haya un arreglo de última hora entre Pelosi y Trumka.
Mientras, no es el fin del mundo, el TLC seguirá vigente.
@AGutierrezCanet
[email protected]