Dubái. En los Emiratos Árabes Unidos lo imposible es siempre posible.
Aunque exagerada, la idea proyecta el asombroso e incesante progreso de Dubái, uno de los siete emiratos que componen esta monarquía semifeudal.
Los EAU celebraron 50 años de independencia después de cinco siglos del dominio británico al formarse la unión de los emiratos en 1971.
Con este motivo, el jeque de Dubái, Mohammed bin Rashid Al Maktoum, publicó Mi historia, cincuenta memorias de cincuenta años de servicio, libro indispensable para entender la acelerada transformación de un caserío de pescadores en la urbe más moderna del mundo, en medio siglo.
Podríamos decir que la biografía de Al Maktoum es la historia de Dubái, pues el actual monarca y la nueva ciudad nacieron juntos, juntos crecieron y unidos prosperan.
En Dubái no se permite la improvisación, todo se construye con planeación estratégica, ejecutada por funcionarios capaces, apoyados con tecnologías de avanzada, explicó en sus memorias.
El padre del actual jeque, Rashid bin Saeed Al Maktoum, sembró la semilla del progreso con los ingresos del petróleo, actualmente en declive, pero el heredero reservó dicha riqueza para el presente y el futuro, antes de que se acabe con el fin de transformar el obsoleto desierto de pozos petroleros en un nuevo edén financiero, comercial, logístico y tecnológico de vanguardia mundial.
Entre las dunas de Dubái, construyeron el aeropuerto internacional con el mayor número de pasajeros internacionales. De la arena surgió el rascacielos más alto del orbe, Burj Khalifa, rodeado por el Dubai Mall, gigantesco centro comercial de lujo. En la tierra arenosa se estableció el mayor centro financiero regional del Medio Oriente y del mar emergió una isla artificial en forma de palmera.
Las obras en Dubái no paran a pesar de la pandemia y la guerra, continúa la expansión con nuevos proyectos inmobiliarios, nuevos museos como el del Futuro y una nueva ciudad en torno a la Expo que hoy terminó.
Nada se ha hecho por azar, todo está regido por un plan maestro, bien concebido y ejecutado.
“La vanidad, el delirio de grandeza y creer en la propia fortaleza son algunas de las peores características del ser humano”, advirtió Al Maktoum en sus memorias.
El jeque de Dubái ofrece 10 reglas para gobernar: servir a las personas, no venerar tu puesto, crear un plan, supervisarse a sí mismo, crear un equipo, innovar o morir, comunicar con optimismo, competir, crear líderes y avanzar.
Posdata
Y mientras Marcelo Ebrard se promueve aquí como el candidato presidenciable innovador, moderno y proactivo, el pabellón mexicano dejó mucho que desear para ser la décima quinta economía del mundo. Oculto entre quioscos de comida, el nombre de México apenas es visible. En el interior, después de ingresar por el vestíbulo, hay tres pequeños salones de exhibición: donde solo caben unas 30 personas de pie. ¿Dónde están los 182 millones de pesos recibidos para el pabellón?
Mientras, Martha Delgado, en calidad de subsecretaria de asuntos multilaterales, faltó a su plática en el World Government Summit sobre “El gobierno invisible: eliminar burocracia por medio de la tecnología”, pero la “funcionaria invisible”, quizá por eso, nombró en su lugar a un empresario privado, Bernardo Noval Bravo, director del pabellón, que no representa al gobierno mexicano. Asuntos públicos, negocios privados.
Agustín Gutiérrez Canet
@AGutierrezCanet