Política

Un albergue para la esperanza

  • Cambio y fuera
  • Un albergue para la esperanza
  • Adriana Malvido

En medio de la confusión y la violencia, del duelo cotidiano y la desolación que ensombrecen a México, hay un lugar en Veracruz donde todos los días un grupo de 14 mujeres llamadas Las Patronas nos recuerda que hay un albergue para la bondad.

Una mañana, Norma Romero y su hermana llevaban el pan y la leche a su casa cuando a un lado suyo migrantes con hambre y sed, a bordo de La Bestia, les pidieron alimento. Llegaron con su madre sin el desayuno para la familia, pero lejos de regañarlas a Leonila Vázquez le pareció que habían hecho bien y les propuso: “¿Por qué no preparamos unos lunchecitos para ellos?” Comenzaron en 1995 con 30 diarios. Hoy, 21 años después, reciben donativos en especie, preparan arroz, frijoles y tortillas y a veces verduras para alimentar cada día a más de 200 pasajeros que desde aquel tren en movimiento estiran los brazos y reciben de estas mujeres bolsas con comida y botellas de agua. Y hasta dibujos y cartas de niños del pueblo con un “ánimo, estamos contigo”. “Que Dios las bendiga por siempre, patronas”, les gritan. Y eso, para ellas, “es la felicidad”.

Escucho a Norma en el Colegio Jesús de Urquiaga IAP, en San Ángel, una escuela mixta e incluyente donde los alumnos conviven con niños sordos y becados. A todos ellos les cuenta que también abrieron un albergue, “La esperanza del migrante”, a donde llegan los que han caminado tres días para subirse al tren o los que cayeron o fueron arrojados de él, los mutilados, las mujeres violadas en el camino, los centroamericanos que huyen de la pobreza o la violencia de sus países en busca de mejor vida. Ahí los acogen, los calzan, los llevan al médico, les dan asesoría legal. Este año han recibido a 400. “Ayudar no es solo dar comida, es dar tiempo, escuchar al otro. Todos podríamos ser él”, advierte. Su base de datos registra que en los últimos años han muerto 5 mil migrantes y hay incontables desparecidos. Lo saben porque pertenecen a una red de 50 albergues desde Chiapas hasta Tijuana.

Norma viene de dar 16 conferencias en España, ávida de crear conciencia: “La gente que tiene menos es la que más da. Mi comunidad es pobre pero tiene la voluntad de servir a los demás”. Vuelve a su pueblo, La Patrona, porque “hay mucho que hacer”, ahí donde hay 50 cantinas y tres escuelas están fomentando el deporte. ¿Por qué? “Porque me gusta, nos tiene que gustar ayudar”, responde.

Dijo mucho más: “educación también es enseñar a compartir”, “hay que dialogar con los hijos antes de que sea tarde”, “nos mueve la fe”, “hay que ayudar a México”… Así creó en la mente de los niños otro albergue, imaginario, con lugar para la esperanza.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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