Leí el reciente número del semanario Desde la fe, que edita la Arquidiócesis Primada de México, para entender las ideas que hay detrás de las marchas que dicen defender a "la familia natural" y porque, aun y cuando no puedo estar más en desacuerdo con su postura contra el matrimonio igualitario, sé que mucha gente de buena voluntad acude alentada desde su parroquia sin mucha noción de lo que en el fondo los organizadores proponen.
"No se nace homosexual" se titula el artículo de portada que consiste en una entrevista a Richard Cohen, psicoterapeuta estadunidense que lleva 26 años "ayudando a miles de hombres y mujeres homosexuales alrededor del mundo a llevar una vida heterosexual". Habla de un proceso de "sanación" (por el que él mismo pasó) y de sus libros que ofrecen "ideas prácticas" para resolver una patología que puede "superarse". Más adelante, basta el título para imaginar el siguiente texto: "¿Ideología de género o... la Gestapo Gay?".
Ojalá los lectores de dicha publicación tuvieran acceso al libro Salud mental y medicina psicológica (UNAM, 2014, edición coordinada por Juan Ramón de la Fuente y Gerhard Heinze). Hay todo un capítulo sobre sexualidad en donde el doctor Eusebio Rubio Aurioles, fundador y director general de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual, explica a detalle las más recientes investigaciones en torno a diferencias biológicas (niveles hormonales y diferencias estructurales en el sistema nervioso central) entre homosexuales y heterosexuales, lo que llevó a la American Psychiatric Association a remover la homosexualidad de su clasificación de trastornos mentales desde 1973 y a la OMS a retirarla de sus enfermedades en 1992. Y aunque ninguno de estos factores es "absoluto", su presencia en la orientación sexual "es innegable". Otros estudios citados aseguran que "los resultados de la crianza son dependientes de la calidad de la relación familiar y no de la orientación sexual de los padres" (Journal of Marriage and Family, 2010).
Que el arzobispado mexicano pretenda negarle a la comunidad gay derechos civiles, como el matrimonio y la adopción, e imponerle al Estado laico ideas medievales, es preocupante. Como se pregunta David Fernández, jesuita rector de la Ibero: "¿Discriminarlos es auténticamente humano, digno de un Dios fiel a lo que ha creado y rebosante de misericordia?".
