Pecos, Texas. Llegamos temprano a Pody’s BBQ, pues aquí cierran temprano. Es uno de los 50 sitios de barbecue más notables de los Estados Unidos. El dueño es Israel Campos y maneja el negocio con su mujer, Verónica, y su suegra; es un family business. Además de ser un magnífico cocinero de barbecue, Israel fue sheriff de Pecos durante 26 años:
–Háblame sobre tu carrera como policía, quiero que me cuentes cómo fue tu relación con el tema del narcotráfico, pues tenemos un problema conjunto (Estados Unidos y México), y este problema es de drogas, delincuencia organizada, un fenómeno que ataca y destruye a nuestras sociedades por igual, entonces tú como sheriff, ¿cómo lo ves?
–Bueno, pues viviendo cerca de la frontera (estamos a tres horas) se ven muchas cosas. Cuando inicié mi carrera de policía (en Odessa, un poco más al norte) había mucho crimen, pasa mucha droga y dinero para el norte, y nosotros estamos en medio de todo esto porque por este condado corren dos carreteras federales, la 20 y la 10, esa va para Houston y la otra llega a Dallas, y esta zona es una vía directa para mover droga y dinero. Aquí en Pecos nunca hubo mucho problema, pero siempre ha existido el tema de drogas; primero la heroína, después la coca y ahora pues las drogas sintéticas, la piedra, el fentanilo. La ventaja de vivir en un pueblo chico (Pecos tiene cerca de 14 mil habitantes) es que no tenemos las broncas de ciudades como Houston o Los Ángeles, aquí en el “ranchito”, como dice mi hermano, no tenemos ese problema.
–¿Tuviste algún problema con traficantes?
–Yo no directamente, a mi compañero lo mataron en un Grayhound, fue un pandillero. El caso es que aquí tenemos a varios agentes que se encargan de quitarles el dinero a los traficantes, y estos a su vez le ponen un bounty a los policías, y así ocurrió: el compañero ya le había tumbado mucho dinero a las mulas y pues lo mataron. Tenemos state troopers y deputys que cuidan las carreteras y los county roads. Antes los narcos usaban los crop dusters, los aviones que usan para fumigar los campos, esto fue en los ochenta. Usaban este pueblo como bodega para guardar la droga y transportarla luego al norte. Ahorita está más tranquilo el ambiente, pero el problema sigue.
–¿De dónde sale lo del barbecue?
–Yo viajaba mucho a varias partes entrenando a otros policías y un día me encontré a Aaron Franklin, de Austin, y a John Louis, su pitmaster (él se fue a las Carolinas y puso el Louis Barbecue), y de ellos aprendí a ahumar carne. Y luego comencé a viajar y a conocer sitios donde hacían ahumados. En ese tiempo los negros eran los buenos para ahumar y aprendí mucho de ellos, esto fue hace 20 años. Comencé en el backyard, para la familia y amigos, y luego lo hice profesional y abrí Pody’s BBQ, en el 2011. Hoy estoy retirado como sheriff, pero soy comisionado, sigo trabajando en el condado.
–¿Cómo es la vida en un pueblo así?
–Bueno, no hay mucho que hacer. Había un salón de masajes con terapeutas chinas, pero hace un par de semanas descubrieron que los masajes tenían “final feliz”. Salió publicado en la primera plana del periódico y pues se acabaron los masajes. Fuera de eso hay un billar, un bar, un sitio para tirar hachas y beber cerveza, un museo, la cárcel privada más grande del país, la siembra de melones y algodón, el primer rodeo del mundo, mucho petróleo y ganado, y cosas así.
–¿Qué sigue? (Pues dice Luis Rivas que a ver si me animo y abrimos un Pody’s en Monterrey)... ¡Bueno, eso sería fantástico!
–Esperemos que sí se haga.
Nos despedimos. Ya para salir nos regala una caja con costilla de puerco, el mejor pulled pork que he probado y un buen trozo de brisket. Ya en la carretera y de regreso a Ciudad Juárez vemos los campos de petróleo, algunos ranchos con ganado unos y sembradíos otros, y al fondo, las magníficas montañas Davis. El aroma a carne ahumada nos va despertando el gusto mientras atravesamos la alta meseta desértica del suroeste de Texas.