Por Javier Rojas
Ilustración: Fabricio Vanden Broeck
Más que borrar de plumazo, lo que convendría es editar la reforma educativa, primordialmente la ley reglamentaria y, en menor medida, el texto constitucional. Asimismo, estar dispuesto a asumir los retos que implica sumar a los maestros a modificaciones que estén en sintonía con el espíritu de las modificaciones al artículo tercero constitucional de 2013. Esto puede lograrse con pleno respeto a los derechos de los trabajadores de la educación, ya que eso es lo que mandata la Constitución. Incluso, si el nuevo gobierno federal concibe la reforma educativa como punitiva —tal y como lo hace la CNTE—, cambios de esta índole también podrían lograrse mediante modificaciones a la ley reglamentaria.