Ciudad de México /
Por Melisa S. Ayala García
Ilustración: Patricio Betteo
Por años se le ha restado importancia jurídica, económica y social al trabajo doméstico; esto, dada la percepción de este tipo de trabajo como complemento o remplazo de las labores que comúnmente realizaba el “ama de casa”, quien como tal, es considerada económicamente inactiva. Se trata, como lo han hecho ver estudios especializados,2 de una actividad “invisible” para el resto de la sociedad. Contribuyen a esta percepción los análisis estadísticos que asimilan el grupo familiar a mera unidad de consumo, ignorando que las labores desarrolladas en su seno también contribuyen a la producción y a la reproducción social.