Por Lucrecia Santibañez
Ilustración: Víctor Solís
El INEE debe mantener su autonomía para poder generar la autoridad moral de tomar decisiones fuertes y alzar la voz. En un clima de profundas divisiones políticas y desconfianza, necesitamos un organismo independiente que de certeza sobre las mediciones de calidad y acceso a la educación. El paralelo sería INEGI o CONEVAL. El ejecutivo debería ver con buenos ojos —no con suspicacia— contar con un organismo independiente con autoridad moral para decir como van las cosas y tomarle el pulso a sus reformas. ¿Que sucedería si dejamos de confiar en las medidas de pobreza? ¿En el censo de población? ¿En los indicadores económicos y sociales? ¿Como justificar destinar enormes presupuestos sin medidas y evaluaciones que nos permitan saber si las cosas están funcionando?
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