Por: Omar Stabridis
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Existe una extensa bibliografía de la cual se desprende que el trabajo jornalero agrícola se caracteriza por ser temporal (generalmente, sin un contrato de trabajo), precario (muy limitado o nulo acceso a prestaciones), con los salarios más bajos de las ocupaciones asalariadas, y por un alto componente de trabajadores indígenas, los cuales siguen una ruta migratoria laboral que va desde el occidente hasta la región Noroeste. Para el caso de la región Noroeste, varios autores han documentado que además se observa una segmentación étnica y de género y un componente importante de los jornaleros son migrantes temporales y asentados. Derivado de esto, es importante conocer a detalle cuantificar y caracterizar el trabajo jornalero agrícola y qué tan importante es el fenómeno migratorio en esta ocupación. Esto implica que no sólo el uso de los conceptos adecuados es importante, sino también de información adecuada que nos permita describir este fenómeno. Justamente, el problema principal cuando se estudia el trabajo jornalero agrícola es la falta de información que permita conocer el total de trabajadores por entidad y región, y con mayor dificultad, conocer su condición de migración. Encuestas como la ENIGH o la ENOE no cuentan con el diseño adecuado para recoger esta información a nivel estatal o regional. Aunque los trabajos mencionados cuentan con encuestas levantadas con rigor estadístico, su cobertura es muy específica a ciertas localidades, por lo que no se cuenta con una encuesta que pueda ofrecer información representativa de las entidades ni de la región Noroeste. La única fuente de datos con la fiabilidad suficiente para caracterizar el trabajo jornalero agrícola y la migración es el Censo de Población y Vivienda, el cual se levanta cada diez años y recoge información sociodemográfica, laboral y de migración.