Por: Ilan Stavans y Lauro Zavala
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Tengo la impresión que estamos siendo testigos de un sismo pedagógico de talla global. Las universidades saben ahora que deben abrirse a un público amplio. Los canales existen desde hace tiempo y ahora están al alcance de muchos. Pero ¿cómo hacerlo sin perder la calidad? Esa, a mi gusto, es una de las lecciones más importantes. El mundo universitario depende de la noción de la reputación. Las instituciones de prestigio invierten cantidades exorbitantes en esa dimensión. Pero ahora quieren tener una veta abierta, pública, que las haga menos elitistas, que las abra a la población internacional. Yo mismo he sido invitado a una cantidad inmensa de seminarios, conferencias y otras actividades diseñadas para estudiantes diversos. Eso me llena de alegría. Sin embargo, no escondo el hecho de que, ya que lo que decimos debe siempre calibrarse, uno de mis desafíos ha sido encontrar el lenguaje apropiado para lograrlo.