Ciudad de México /
Por Walid Tijerina
Ilustración: Víctor Solís
No podemos seguir presumiendo que México esté ya entre las quince economías más grandes del mundo cuando la mayor parte de las utilidades terminan exportándose a otros países. Como en cualquier ejemplo de país desarrollado, ya sea Estados Unidos o Japón, la inversión extranjera no debe ser posicionada como el fin en sí, sino como un medio para llegar a un desarrollo verdaderamente independiente. Aquí es entonces donde se debiera dar un giro a nuestra vocación del desarrollo, de lo contrario, seguiremos rebotando de una dependencia a otra: de la dependencia petrolera a la dependencia de capital y tecnología extranjera diagnosticada desde hace tiempo.