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Las elecciones del domingo no son para sentirse orgullosos. Fue un proceso donde hubo denuncias, amenazas y ataques que estuvieron muy subidos de tono hasta invadir la privacidad de las personas; gracias a esto la credibilidad hacia las instituciones está por los suelos. La insidia y la provocación se convirtieron en el ingrediente central de las campañas.
Escucha la opinión de Francisco Garduño, editorialista de Milenio.