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Una confesión: nunca he visto ‘Star Wars’

Los resultados de la nueva película de la serie impactarán los precios de las acciones de Walt Disney. ¿Qué dirán los inversionistas que no la han visto?


Hollywood y Wall Street cuentan los días para el estreno de la próxima película de Star Wars: “El Despertar de la Fuerza”, el 17 de diciembre. Los resultados tendrán una enorme influencia en los precios de las acciones de Walt-Disney, la empresa que ahora tiene el control de la franquicia cinematográfica interestelar.

A mí me aterra ese momento. Por razones que todavía encuentro difíciles de explicar, nunca he visto un episodio de la serie de Star Wars. Igual que esas almas que no logran ascender en la escalera de propiedades, como dicen en el mundo inmobiliario, no llegué a tiempo al programa, y ahora me encuentro en el exterior viendo hacia adentro, culturalmente hablando.

Mi vida se vuelve cada vez más incómoda con cada estreno de un capítulo de Star Wars. Me quedo callado cuando surge el tema en las reuniones sociales o en el trabajo. No sé qué decirle a mis hijos. De hecho, la única razón por la que toco el tema ahora es porque sospecho que mi ejemplo puede ser de interés para la comunidad global de inversión.

Cualquier cosa que puedas decir de mí, soy un punto de datos y la evidencia estadística de mi especie podría ayudar a los analistas de inversión que ahora trabajan tiempo extra para estimar el impacto del “Episodio VII” de la franquicia de Star Wars en los ingresos de Disney. Tal es el nivel de interés que Todd Juenger, analista de Sanford C Bernstein, firma de gestión de activos, dijo en un reciente informe de investigación: “La pregunta más frecuente que tenemos con respecto a Disney es ‘¿Qué hay de Star Wars en tu modelo?’”.

Espero que mis hermanos y hermanas en Wall Street sepan que existen personas como yo. Por nuestra propia naturaleza, los que no somos aficionados a Star Wars somos difíciles de identificar. Pero estamos allí. Después de presentar la idea para esta columna a mis editores, un estimado colega en Londres me dijo de un programa de BBC Radio 4 de nombre “Nunca he visto Star Wars”, un programa de comedia (o algo asi, leí posteriormente) que debe su nombre al hecho de que su productor tiene la misma deficiencia cinematográfica que su humilde narrador.

Mi propio caso de no ver Star Wars es curioso. Cuando debutó la saga en 1977, era un estudiante universitario con una fuerte afición a ver películas (a veces veía dos en una noche). También era un gran seguidor de su creador, el director George Lucas. Su película American Graffiti(“Locura americana”) -que narra la historia de cuatro amigos durante una noche de verano en 1962- hizo que la década de los 70 fuera un poco más tolerable en mi rincón de Long Island e introdujo muchas de mis canciones favoritas (como “All Summer Long” de los Beach Boys, que se vuelve más conmovedora cuando uno envejece).

Viendo hacia atrás, nunca decidí de manera consciente boicotear Star Wars. Simplemente, la dejé relegada a la categoría de películas que iba a ver con amigos o en citas. Como cualquier joven estadounidense, no me oponía a una pequeña dosis de tonterías de Hollywood en el servicio del romance (que es como terminé viendo “Arma Mortal 2” con una mujer cuyo perro intentó morderme más tarde esa misma noche, lo que provocó que ella se muriera de la risa y yo iniciara una increíblemente rápida retirada).

Pero el destino quiso que nadie en mi limitado círculo de conocidos, me llevara a una galaxia, muy, muy lejana. En lugar de eso, me fui en otra dirección -proyecciones una tras otra del “Toro Salvaje”, la brutal biografía que hizo Martin Scorsese del boxeador Jake LaMotta, y más de cuatro horas de “L’Amour Fou”, de Jacques Rivette (si recuerdo bien, y me temo que lo hago, realmente no pasa nada en la primera hora). Tenía un gran sentido del humor en mi juventud.

A medida que me volví menos serio en los siguientes años, se me ocurrió compensar mi falta de consciencia de Star Wars y ver toda la serie de una sola vez. Pero es difícil encontrar el tiempo para hacerlo. Como padre de familia, tengo bocas que alimentar y matrículas escolares que pagar. Como seguidor de los New York Knicks y de la NBA, en estos días dedico un número cada vez mayor de mis noches a ver a nuestro prometedor novato, Kristaps Porzingis.

También tengo que admitir que no me gusta tener este tipo de obligación. Extraño los días en los que un cinéfilo realmente no se podía quedar atrás. Alguna vez, las empresas de entretenimiento tenían los medios para dejar las cosas como estaban. Se podían resistir a la tentación de producir tantas secuelas, precuelas y otras variaciones sobre temas conocidos, cada una comercializada con sus inevitables camisetas, loncheras y atracciones en los parques temáticos.

El viejo estudio Warner Bros nunca nos dijo que sucedió con Rick Blaine y el capitán Louis Renault después de que sellaron su hermosa amistad en ese aeropuerto de Casablanca. Tampoco nos dieron a conocer si el antiguo amor de Rick, la hermosa Ilsa Lund, y su esposo Victor Laszlo encontró la felicidad en el exilio americano. (Siempre me pregunté en dónde terminaron: ¿Greenwich Village? ¿Nueva Jersey? ¿San Diego?).

Pero la búsqueda de la novedad hace más difícil que los analistas puedan crear sus modelos para que sus clientes asignen su capital. Es más sencillo producir una película de Star Wars tras otra. Solo una persona chapada a la antigua soñaría con ver algo nuevo.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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