Los planes de Gran Bretaña para combatir el cambio climático se hundieron en la confusión después de que la compañía eléctrica Drax dijo que se retiraba de un emblemático proyecto para capturar carbono porque los recortes en las políticas verdes del gobierno hicieron que fuera muy arriesgado seguir adelante.
La decisión de Drax de abandonar cinco años de planeación de un sistema de captura y almacenamiento de carbono junto a su enorme estación eléctrica de North Yorkshire es la señal más visible a la fecha de cómo los recortes a los subsidios de energía verde sorprenden a los inversionistas.
La acción puede significar un desastre para los esfuerzos del Reino Unido de construir la primera planta de captura de carbono operada comercialmente por una estación eléctrica en Europa.
Varios "recortes críticos" en el apoyo del gobierno para la energía renovable tuvieron "un fuerte impacto en nuestra rentabilidad", dijo Peter Emery, miembro de la junta de Drax que preside el grupo de desarrollo del proyecto de captura de carbono White Rose.
"También nos preocupa el futuro apoyo del gobierno para los planes de bajas emisiones de carbono y eso nos deja en una posición en donde ya no estamos seguros de que podamos convencer a nuestros accionistas de que es una inversión atractiva, dados los riesgos evidentes", dijo a FT.
"El gobierno tiene que tomar decisiones difíciles con base en la asequibilidad y nosotros también", agregó.
En cuatro ocasiones las cotizaciones diarias de las acciones de Drax cayeron hasta 28 por ciento en los últimos 18 meses mientras los ministros frenaron el apoyo para la quema de aglomerados de madera, un combustible renovable que la compañía empezó a utilizar en su enorme estación eléctrica que se alimenta de carbón, la más grande de Gran Bretaña.
El mayor golpe para el precio de la acción se dio en julio, cuando el gobierno decidió que las compañías eléctricas limpias tendrían que empezar a pagar un impuesto por el cambio climático
La medida, y otras para terminar un programa de ahorro de energía doméstico y los planes domésticos de cero emisiones de carbón, llevaron a CBI, el mayor grupo de cabildeo empresarial, y a otros, a insistir a los ministros a especificar una política energética más coherente.
Es probable que esos llamados se intensifiquen a raíz de la decisión de Drax de retirarse del proyecto White Rose, uno de más de una docena de proyectos de captura de carbono que el Reino Unido intenta poner en marcha en los últimos ocho años con la promesa de un financiamiento de mil millones de libras.
Los sistemas de captura de carbono ofrecen una vía para que las compañías de combustible fósil mantengan la utilización de gas o carbón en las estaciones eléctricas sin afectar el clima. Atrapan la contaminación de los gases de efecto invernadero antes de que puedan calentar la atmósfera y los almacenan bajo tierra.
Pero los esfuerzos para construirlos fracasaron en repetidas ocasiones porque son demasiado caros. A la fecha, solo existe en el mundo una estación eléctrica comercial con un sistema de captura de carbono —a planta de Boundary Dam en Canadá que se inauguró el año pasado— a pesar de que en los últimos 14 años los gobiernos ya dedicaron 24 mil millones de dólares para esta tecnología.
Drax gastó 4.6 millones de dólares para desarrollar White Rose junto con la francesa Alstom y el grupo industrial BOC. El consorcio es uno de los dos grupos que quedan en la carrera de los mil millones de libras. El otro incluye a Shell, que planea capturar carbono de una estación eléctrica en Escocia que se alimenta con gas.