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El mole, de la mesa de los dioses al vaso de Doña María

Creado en la década de los cincuenta por una mexicana de padre italiano y madre francesa, Doña María es el mole más vendido.

Los primeros registros escritos que hay sobre el mole son de Fray Bernardino de Sahagún. En la “Historia General de las cosas de la Nueva España”, el fraile español hacía referencia al chilli y el molli que acompañaban los guisados que le servían a Moctezuma. Los moles se preparaban para los dioses y para celebraciones especiales.

Hoy este platillo legendario sigue convocando a la fiesta y a la celebración, con la salvedad de que no necesitamos ser dioses para disfrutarlo. Si bien, en muchos rincones del país sigue conservando su carácter de alimento sagrado, preparado sólo para fiestas religiosas, para el grueso de la población tener esta salsa espesa sobre la mesa es tan sencillo como comprar un vaso de mole Doña María.

El mole Doña María inició su historia siglos después de la conquista española, pero nació bajo el cobijo de una familia con raíces italianas y francesas.

Era la década de los cincuenta en San Luis Potosí, cuando Doña María Pons Nicoux estaba a cargo del restaurante del Hotel Progreso, propiedad de su familia. Ella y su marido acostumbraban deleitar a familiares y amigos, la mayoría extranjeros, con un mole que preparaba la misma María.

Eran tantos los elogios que recibía el platillo que la familia lo puso en el menú del restaurante. Para evitar los errores de cálculo en la cantidad de mole que debía preparar todos los días, Doña María empezó a deshidratar los ingredientes base de su receta para hacer un polvo. Con un poco de agua, el polvo se convertía en mole.

La idea funcionó y Doña María empezó a comercializar su creación.

Empacado en vasos de cristal, como se sigue haciendo hasta la fecha, un grupo de mujeres jóvenes, vestidas de chinas poblanas, recorría los siete barrios de la ciudad de San Luis Potosí para vender casa por casa aquella preparación.

La estrategia fue un éxito y al poco tiempo Doña María y su esposo Peter Degetau Wegener construyeron una pequeña fábrica en una casona en el centro de la ciudad. Productos Marpe (fusión de María y Peter) fue el primer nombre de la incipiente empresa.

En 1955 Productos Marpe cambió de nombre a Productos Doña María, S.A y los vasos de mole se empezaron a vender más allá de los límites de San Luis Potosí. Ciudad de México, Tampico, Monterrey y en algunas ciudades del Norte y del Pacífico fueron los nuevos mercados.

En la década de los 70 Doña María vendió la marca a su sobrino Enrique Hernández Pons, dueño -en aquel entonces- de Grupo Herdez, al que sigue perteneciendo la marca.

Producto delicatessen

En pleno siglo XXI, Doña María comercializa 10 mil toneladas de mole al año usando la receta original. Esta producción representa entre el 20 y 25 por ciento del mercado total de mole que hay en México cada año.

“Los principales competidores de Doña María no tienen marca; son los moles que se encuentran a granel en los mercados. Son muchos los productores que hay, pero no los comercializan con una marca propia”, explicó Eduardo González, Grouper de la marca en Herdez.

Doña María se vende en todo el territorio nacional y el 30 por ciento de su producción se exporta a Estados Unidos, España, Francia, Alemania y algunos otros países donde el mole está considerado como un producto delicatessen.

De acuerdo con González, la variedad de mayor aceptación es el mole rojo, tanto en la presentación listo para servir, como en pasta.

La familia

A lo largo de su historia Doña María ha tenido un extenso portafolio de productos que ha ido desde las salsas hasta la harina para hacer tamales, pasando por las tablillas de chocolate, nopales, frijoles y ate; sin embargo González asegura que “por estrategia de negocios, estos productos se han hecho a un lado para concentrarse únicamente en el mole”.

Parte de la estrategia de volver a concentrar los esfuerzos sólo en el mole incluyó entender la transformación de los hogares mexicanos y los nuevos estilos de vida.

“En recientes estudios, que se hicieron en México, se detectaron 12 tipos de familias (…) La conformación al interior de los hogares no es la misma de la que existía hace 10 o 20 años, y Doña María se ha tenido que acoplar”, explicó González.

La marca ajustó el tamaño de sus presentaciones, “pensando en las familias extendidas o en las personas solteras”. Además introdujo productos “listos para servir” -moles que sólo necesitan ser calentados y listo-, pensados para un consumidor más joven e inexperto en la cocina. La estrategia hizo que en los últimos 4 años Doña María creciera entre 7 y 9 por ciento.

El vaso de Doña María

Una de las principales características de esta marca es el vaso de cristal donde se empaca el mole. Muchos hogares mexicanos guardan en sus alacenas estos vasos, usándolos como cualquier otro traste de la cocina.

La razón de origen del tradicional vaso de Doña María no es clara, sin embargo se ha vuelto un valor agregado de la marca.

En octubre próximo, por primera vez en su historia, mole Doña María pondrá en el mercado una serie de vasos decorados coleccionables.

Los diseños fueron resultado de un concurso organizado por la propia marca entre diseñadores gráficos de varias universidades, a quienes se les pidió hacer una interpretación de México contemporáneo. Los tres diseños ganadores estarán en las presentaciones de vidrio de 235 gramos. La idea es colocar por lo menos dos millones de vasos en las alacenas de los consumidores.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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