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Las brasileñas esperan un 'golpe de capitalismo'

Con la formal destitución de Dilma Rousseff como presidenta, Michel Temer está bajo presión de arreglar el legado económico y político tóxico.

Cuando se anunció la destitución de Dilma Rousseff como presidenta de Brasil, Edemir Pinto, director de la bolsa de valores más grande de América Latina, BM & F Bovespa, no pudo ocultar su entusiasmo.

El producto interno bruto real se contrajo durante los seis años de gobierno de la presidenta de izquierda, y los empresarios esperan una agenda más liberal tras 14 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT). “Esperamos una recuperación en los mercados de capitales y un ‘golpe de capitalismo’ en los próximos dos años”, dijo Pinto.

Pocos entienden mejor que los empresarios el legado económico y político tóxico de Rousseff, a quien se le declaró culpable de manipular el presupuesto. Pero eso es un tecnicismo en comparación con las verdaderas razones de su destitución, dicen los analistas.

El crecimiento económico se revirtió de 7.5% en 2010, antes de que Rousseff asumiera la presidencia, a una contracción de 3.8% el año pasado. La tasa nacional de desempleo subió de 6.9% hace dos años a 11.6% en julio. Mientras que las ventas de automóviles en julio cayeron 40% en comparación con el mismo mes de 2011.

El presupuesto sufre de un déficit histórico, lo que llevó a un aumento descomunal de la deuda pública bruta y a Brasil le costó la codiciada calificación crediticia de grado de inversión.

Petrobras, la petrolera estatal que presidió Rousseff antes de la presidencia, se convirtió en una de las empresas más endeudadas del mundo. También se involucró en lo que quizá sea el escándalo de corrupción más grande del orbe y que investigan las autoridades de Brasil y de Estados Unidos.

“Destruyó al país, debió renunciar hace mucho tiempo”, dijo Juliana, una analista de sistemas en Sao Paulo, donde muchos celebraron con fuegos artificiales el voto de la destitución. “No sé si las cosas van a mejorar ahora, pero no pueden empeorar”.

Rousseff creó una narrativa divisiva de que su destitución era un golpe de Estado. Esto a pesar de que se siguieron los procedimientos constitucionales y tuvo la supervisión del juez Ricardo Lewandowski, a quien nombró el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

“La reacción que se escucha con más frecuencia en Sao Paulo y Brasilia en la etapa inmediatamente posterior al drama del juicio político es la de alivio de que el proceso terminó”, dijeron en una nota Michael Matera y Elcior Santana del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.

El sucesor, el presidente Michel Temer, su excompañero de fórmula y el hombre a cargo de limpiar el desastre, no puede afirmar que es totalmente inocente de los errores de Rousseff. Era su vicepresidente, mientras que su partido, el centrista Movimiento Democrático brasileño, fue el principal socio en la colación del PT. Pero señala que busca un marco económico liberal, que incluye congelar los aumentos reales en el gasto del presupuesto y duras reformas para las complicadas leyes de pensiones, laboral y fiscal.

Con el aumento de casi 70% del mercado de valores este año, muchos creen que las empresas esperaban la consumación del juicio político antes de comenzar a invertir y contratar de nuevo.

“Un gran número de nuestros clientes internacionales detuvieron las tomas de decisiones de inversión hasta que estuvieran seguros de la salida de Dilma”, dijo Kevin Gibson, director para América Latina de Robert Walters, la compañía de recursos humanos. “Como resultado, esperamos un aumento inmediato en las solicitudes de contratación”.

Las asociaciones de la industria en todo Brasil expresaron su apoyo por la destitución y su optimismo para el futuro. “Esta fue una victoria para toda la nación”, dijo la asociación nacional agrícola, CNA. “Ahora el país está en las condiciones para regresar al crecimiento”.

El líder empresarial más expresivo fue Paulo Skaf, director de la asociación industrial de Sao Paulo, FIESP. Frente a su oficina en la principal avenida de Sao Paulo, la Avenida Paulista, un grupo de hombres ocupó la acera durante meses con tiendas de campaña y pancartas de protesta contra Rousseff.

“El ajuste fiscal es la madre de todas las reformas”, dijo Skaf, y le advirtió al gobierno de Temer de que no trate de resolver el estancamiento presupuestario con un aumento de impuestos.

Otros retos que enfrenta Temer es cómo lidiar con los intereses oligopólicos de las grandes empresas de Brasil. Skaf también presentó una lista de deseos de intervenciones en el mercado. En la lista incluyeron el aumento al crédito disponible y que el banco central evite que el real se aprecie, mientras que reduce las tasas de interés de referencia.

Con amigos empresarios como estos, Temer tendrá un difícil acto de equilibrio.



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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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