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La carne de laboratorio plantea preguntas para los vegetarianos

El futuro de la alimentación está cerca y ahora son los científicos quienes producen fajitas y hamburguesas. Pero, ¿quién quiere consumir estos productos?

Comenzó con una hamburguesa de carne de res en 2013. Después, hace un par de semanas, llegaron los platos de aves de corral: pato a la naranja y fajitas de pollo. Al igual que la hamburguesa, estos eran platos con una diferencia: los trozos de ave se cultivaron en un laboratorio utilizando la hoy llamada agricultura celular. En un evento reciente, aquellos que probaron los prototipos comestibles, creados por la startup Memphis Meats, dieron una retroalimentación alentadora de la similitud con la cosa real.

La información resultante llevó a una pregunta previsible en casa. “¿Lo comerías? Le pregunté a mi novio, un carnívoro que sobrevive mi vegetarianismo al salir frecuentemente a comer. Pensé sobre eso mientras preparaba nuestra cena habitual de pasta y verduras. “Realmente no me atrae”, dije. Los hongos portobello y algunas salchichas veganas ya son demasiado carnosas para mí.

Sin embargo, esto dio a lugar a un nuevo debate: ¿la carne cultivada en laboratorio es vegetariana? ¿Quién se la comería, no la hace un poco repulsiva? ¿Y qué tan difícil va a ser para varios grupos expresar sus preferencias de alimentos? Después de todo, muchos se sienten confusos con el término “vegetariano” gracias a los que piensan que las definiciones del diccionario no se aplican a ellos.

Comen pescado, o incluso carne ocasionalmente, y aún así afirman que son “vegetarianos” (me imagino celíacos que se frustran de igual manera con la gente que come sin gluten porque ahora está de moda). Más o menos en 10 años, cuando la agricultura celular crezca en escala y entre a los supermercados, todo el mundo participará en debates de su preferencia de carne sobre “solo cultivado en laboratorio” o “no cultivado en laboratorio”.

El uso intensivo de tierras para la producción de ganado, y otras tensiones ambientales, también pueden ser un factor más fuerte para ese tiempo. Aunque para responder a la primera pregunta, la “carne cultivada”, como le llaman, actualmente es inelegible para su consumo por los vegetarianos. Esto se debe al uso de suero fetal bovino, un subproducto de matanza que ayuda a las células a convertirse en hamburguesas o fajitas de pollo.

El suero se deriva de la sangre de un feto de una vaca preñada que fue sacrificada para convertirla en carne. Se espera que la industria de la agricultura celular encuentre una manera sin matanza para obtener las células para el cultivo, por no hablar del alto costo de ese suero (el precio actual de una fajita de pollo es de 1,100 dólares). Después de eso, predigo que para los vegetarianos el debate se volverá existencial.

En cualquier caso, es poco probable que los vegetarianos sean los principales clientes de la carne cultivada en laboratorio. Cuando la Vegetarian Society encuestó a sus miembros en 2013, después de que la hamburguesa cultivada llegó a los titulares, ocho de cada 10 estuvieron conmigo, dijeron que no querrían comerla; 7% dijo que lo harían y el resto dijo que “tal vez”.

La sociedad observa los desarrollos y, como la presidenta ejecutiva, Lynne Elliot, me dijo: “si la carne cultivada en laboratorio resulta en una menor cantidad de crianza de animales para alimento, esto puede ser positivo tanto para los animales como para el medio ambiente”.

Creo que los principales consumidores son carnívoros como mi novio, quienes ya reducen su ingesta de carne. En una encuesta de 2014 en el Reino Unido, 29% de los encuestados dijeron que redujeron la cantidad de carne que comieron durante el año pasado; 9% más considera reducir su ingesta y 1% dejó de comer carne. Más de la mitad citó motivos de salud para su respuesta, y les debe alentar saber que las señales iniciales son que la carne cultivada en laboratorio será más saludable.

Tal vez incluso es posible que se pueda diseñar para ciertas grasas saturadas. Pero, ¿cómo debatir las preferencias por el cultivo en laboratorio? ¿Los debates sobre las dietas pueden potencialmente ser tan complejos como pedir bebidas de Starbucks? Puede ayudar si las etiquetas se vuelven más amigables y la industria, dispuesta a eso, presiona para que a sus productos los llamen “carne limpia”, en la línea de la “energía limpia”, dadas las credenciales de salud y medio ambiente. Sin duda es más fácil imaginar pedir “carne limpia” en un restaurante que “¿hay algo cultivado en laboratorio?”.

La semántica importa. Como Lynsey Kluever Romo y Erin Donovan Kicken, profesores de comunicaciones de la Universidad de Texas en Austin, argumentan en un artículo que publicaron en 2010: “Es difícil para las personas tener vidas más saludables si carecen de la capacidad de hablar sobre su estilo de vida o si se preocupan de que lo que comunican puede ofender a otros, sobre todo cuando esas decisiones van en contra de la corriente principal”.

Sin duda tenían en mente a los vegetarianos, pero ustedes, futuros comedores de carne limpia, tal vez se unan a mi club.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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