Si Goldman Sachs se sale con la suya, entonces al final, “SETLcoin” puede llegar a ser una parte importante del léxico de servicios financieros como el dólar, el euro o el yen.
La semana pasada, el banco de Wall Street solicitó la patente de un sistema de transacciones de moneda virtual bajo ese nombre, con la esperanza de que Bockchain —el sistema de contabilidad que respalda bitcoin—pueda ofrecer operaciones casi instantáneas de acciones y bonos.
“Blockchain puede trastornar todo”, escribieron los estrategas de Goldman la semana pasada en una nota para sus clientes con el nombre Temas, Sueños y Máquinas voladoras.
El proyecto SETLcoin se encuentra entre docenas que surgen cada año del grupo de tecnología de Goldman, que con cerca de nueve mil ingenieros que informan a Marty Chávez, director de Información, es la más grande de las 11 divisiones del banco de 36 mil empleados. Otros tres mil strats, o estrategas de tecnología, están repartidos en todas las demás divisiones.
Goldman no está solo entre los que gastan en tecnología. La mayoría de los bancos aumentan la inversión para mantener el ritmo con una serie de nuevos participantes que prometen formas más rápidas y baratas para realizar procesos bancarios esenciales. Y al igual que sus contrapartes, Goldman tiene aciertos y errores.
Muchas de las inversiones externas que realizó el principal grupo de inversiones estratégicas, que también reporta a Chávez, fracasaron, mientras que los proyectos internos como GSessions, plataforma de operación de bonos, fracasó cuando las instituciones financieras se mostraron cautelosas para colaborar.
Goldman también se vio envuelto en una prolongada disputa legal con un ex programador, sobre las definiciones de lo que constituye exactamente software de “código abierto”.
Pero la diferencia entre Goldman y sus colegas es el tamaño. De acuerdo a las estimaciones de la analista de Credit Suisse, Susan Roth Katzke, Goldman va a gastar entre 2 mil 500 millones y 3 mil 200 millones de dólares (mdd) en tecnología este año, o entre 7 y 9 por ciento de sus ingresos. Eso, en comparación con las revelaciones públicas de JPMorgan Chase y Bank of America, de 3 y 4 por ciento de los ingresos.
De acuerdo con Harvey Schwartz, director financiero, el grupo de tecnología de Goldman está ahí para “jugar a la defensiva”, ayudar al banco a ajustarse a las regulaciones más estrictas posteriores a la crisis, a la actual electronificación de las finanzas y a la constante amenaza de ataques cibernéticos. Pero cada vez el grupo también desempeña “un papel más ofensivo en términos de innovación”, dijo el mes pasado, mientras intenta mantener el ritmo frente a nuevos participantes que prometen ahorros en costos.
En 2004, una de cada 16 promociones a director gerente en Goldman —el nivel inferior a socio— fueron para ingenieros; este año, la relación es de uno de cada seis.
Los analistas e inversionistas se acostumbran cada vez más a divulgaciones dispersas, aceptan que nunca sabrán exactamente lo que va a surgir de las 1.5 mil millones de líneas de código en producción de Goldman, o 90 por ciento de las patentes de infraestructura de mercado, más del doble que el banco que le sigue (Morgan Stanley).
Eric Wasserstrom, analista de Guggenheim Securities, está feliz de reservarse el juicio sobre esa base. “Está claro que habrán innovaciones tecnológicas que cambiarán significativamente la estructura de costos. No sé si serán 100 o 200 millones de dólares de ahorros incrementales, así que es difícil saber si 25 millones o 50 millones de dólares es la cantidad correcta para invertir”.
Uno de las grandes esperanzas del banco es Symphony, una startup de mensajes y flujo de trabajo que surgió de un proyecto interno el año pasado. Goldman tiene alrededor de 19 mil usuarios internos del software. Don Duet, codirector de la unidad de tecnología, busca lograr que muchas personas más fuera de la empresa lo usen, y no sólo en el consorcio de 15 bancos y gestores de activos.
También está Mosaic, que es el nombre provisional para un proyecto que imita a las plataformas de préstamos en línea como Lending Club y Prosper. Goldman se niega a ofrecer muchos detalles, dice que la empresa que se centra al consumo está en una primera etapa. Pero contrata personal de forma agresiva.
“Hace tiempo que Goldman le llama a nuestro personal”, dice Noah Breslow, director ejecutivo de OnDeck Capital, con sede en Nueva York, un prestamista en línea que la semana pasada firmó un contrato con JPMorgan. “Le llaman a todo el mundo (en el sector)”.
Algunas de las apuestas en tecnología fracasaron. La lista que apoyó Goldman incluyen Webvan, una empresa de entrega de abarrotes; Cereva Networks, de venta de sistemas de almacenamiento para empresas, y Terraliance Technologies, que intentó darle un nuevo giro a la exploración de energía.
GSessions, la plataforma de operación electrónica de bonos, se descartó después de que Goldman no logró tranquilizar a los posibles usuarios de que no se usarían sus datos de la plataforma de operación para darle tips a sus propios equipos de operadores y creadores de mercados.
Pero al igual que una serie de películas en desarrollo, donde el estudio espera que una de cada 10 gane buen dinero, Goldman está listo para respaldar a los perdedores. Como señaló un ejecutivo de alto nivel, los fracasos cuestan mucho menos que antes.
La proliferación de software con base en la nube y plataformas de pago por uso, que se combina con bases de datos gratuitas y datos libres significa que puede llegar a costar tan poco como 2 millones de dólares lograr que una startup llegue a un punto de equilibrio, o a una base de flujo de efectivo. Hace una década, esa cifra se acercaba más a 50 millones de dólares, dijo el ejecutivo.
A pesar de las dificultades, la dirección de Goldman ya se estableció. El abrazo que le da el banco a la tecnología muestra una “apreciación de una tendencia secular”, dice Wasserstrom.
“La alternativa, si quisieran quedarse quietos, sería estratégicamente devastadora”.
Información adicional de John Gapper y Kadhim Shubber.