Donde ocurre lo extraordinario, presume Royal Caribbean en sus anuncios. Los cruceros demostraron ser extraordinarios en una cosa: propagar el coronavirus. En Australia, los pasajeros infectados que recientemente desembarcaron del Ruby Princess provocaron ayer el salto más alto de casos confirmados de virus en el país hasta el momento. A su vez, esta industria tiene sus propios problemas financieros que combatir.
Los precios de las acciones de las principales compañías de cruceros se desplomaron 80 por ciento este año. La industria suspendió voluntariamente los viajes por un mes, aunque puede ampliarse. Según analistas, sin navegación, dichas empresas se quedarán sin dinero dentro de tres a cinco meses.
Carnival, el operador más grande a escala mundial (que cotiza en Londres), obtuvo 20 mil millones de dólares de ingresos y casi 3 mil millones de dólares de ganancias después de impuestos el año pasado, pero ya proyecta una pérdida neta este año.
A pesar de la pausa voluntaria de la industria, la mayoría debería esperar que los grandes barcos permanezcan atracados por más tiempo; el riesgo a la reputación es primordial. Los operadores de cruceros dependen de la lealtad de los pasajeros pero, de hecho, los nuevos clientes son la clave para el crecimiento.
Desafortunadamente, la gran apuesta de la industria fueron los turistas de China. Sin duda, el coronavirus los obligó a soltar los amarres sobre este crecimiento de mercado.
Sudamérica frena atraco de navío
El crucero Zaandam, con más de mil 800 pasajeros, entre ellos 42 con síntomas de gripe, partió rumbo a Panamá luego que se le denegara atracar en puertos de Chile, Perú y otros países de Sudamérica, por la amenaza de coronavirus.