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La invasión rusa transformará el mapa del mundo

Putin atacó un país pacífico, la democracia y el orden global, lo que traerá consecuencias financieras y de seguridad

Está naciendo un nuevo mundo. La esperanza de unas relaciones pacíficas se desvanece. En su lugar, tenemos la invasión de Rusia a Ucrania, amenazas de un Armagedón nuclear, un Occidente movilizado, una alianza de autocracias, sanciones económicas sin precedente y una enorme crisis energética y alimentaria. Nadie sabe lo que va a pasar, pero sí sabemos que esto tiene pinta de ser un desastre.

Es natural buscar un culpable. Para muchos, el culpable es la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa central y del Este. Una de las voces más destacadas es la de John Mearsheimer, el distinguido académico “realista” que culpa a la decisión de Estados Unidos de abrir la posibilidad de adhesión a la OTAN a Ucrania en 2008. Estoy de acuerdo y en desacuerdo.

El error fue la ambigüedad. La oferta solo debió hacerse cuando Ucrania se incorporara como miembro de pleno derecho. Pero apoyé la expansión de la OTAN hacia los antiguos países satélites rusos porque buenas cercas hacen buenos vecinos. Rusia sabe que si invade a un miembro de la OTAN, habrá guerra. Ese no fue el caso de Ucrania. Por eso este ataque parecía una opción fácil para el déspota del Kremlin.

En cuanto a por qué lo hizo Vladímir Putin, una respuesta es que dirige un régimen fallido. Solo el imperio puede justificar su gobierno. La economía rusa, dependiente de las materias primas, quedó muy por detrás de la polaca. Es un paraíso para los rentistas. Hoy, esos rentistas son los matones de Putin y los “oligarcas” de la época de Boris Yeltsin. Ucrania también fracasó económicamente, pero es democrática. Para Putin, esa aspiración es intolerable.

Después de la caída de la Unión Soviética, muchos esperaban un mundo guiado por la cooperación y el intercambio mutuamente beneficioso. Pero el conflicto entre las grandes potencias siempre estaba a la espera de abrirse paso. EU estaba embriagado por su “momento unipolar”. China se hizo más poderosa y autoritaria con Xi Jinping. Putin rumiaba sus resentimientos y al final invadió un país del que se cree dueño. Se escuchan ecos de la Primera Guerra Mundial. Entonces, fue Austria, el socio más débil, y no Alemania, quien inició el conflicto. Hoy es Rusia el socio más débil en su alianza con China.

Se corre el riesgo de que el apoyo que prometió China convierta los peligros creados por la guerra de Rusia en una catástrofe. Transformará el mundo en dos bloques, con costosas consecuencias económicas y de seguridad. Sin embargo, un Occidente movilizado es aún mucho más fuerte. El impacto de las sanciones de Occidente lo demuestra. Un Occidente unificado hace que Rusia se vea pequeña en todas las medidas, excepto en personal militar y cabezas nucleares. Incluso añadiendo a China, Occidente es mucho más poderoso, excepto en números. Sin embargo, hay que evitar, en la medida de lo posible, un choque a largo plazo entre Occidente y un bloque autoritario formado por Rusia y China. Puede ser muy peligroso.

Entonces, en la actualidad vemos un mundo en transformación. Consideremos los retos que nos esperan. Lo más evidente es que hay que poner fin a la invasión a Ucrania, que de forma simultánea es un ataque a un país pacífico, a una democracia y al orden mundial. China debe tratar de ayudar a sacar a Rusia de su atolladero. No es difícil entender por qué apoya a Putin. Entre otras cosas, sus líderes seguro comparten su desprecio por las democracias. Sin embargo, estos son errores enormes. Como la historia nos demuestra a menudo, las sociedades libres son poderosas, una vez movilizadas, porque cuentan con el apoyo de su pueblo.

También es esencial para administrar la crisis económica que se avecina. La combinación de guerra, crisis de suministro y alta inflación es desestabilizadora, como el mundo aprendió en la década de 1970. La inestabilidad financiera parece ahora muy probable. No obstante, las autoridades monetarias no pueden ignorar la alta inflación. Así que los gobiernos tendrán que emplear un apoyo fiscal específico para los más vulnerables.

Además, Occidente debe reforzar sus defensas en todos los frentes, militar, energético, cibernético y económico. Por desgracia, es inevitable que en un conflicto con enormes ramificaciones los requisitos de seguridad sean lo primero. Este no es el mundo que ninguna persona cuerda desea, pero es el que vivimos. Es vital que la Unión Europea se convierta en una verdadera potencia de seguridad. Posee cómodamente la escala económica y demográfica para equilibrar a Rusia. Reino Unido después del brexit debe participar lo más posible. EU necesita esa ayuda europea, ya que también tendrá que lidiar con la inquietante China de Xi.

Pese a estas necesidades, debemos intentar no abandonar todo lo logrado en las últimas tres décadas. No estamos en guerra con los rusos y chinos comunes que solo esperan un futuro mejor. Al contrario, a largo plazo pueden resultar nuestros aliados. Las sanciones deben ser selectivas, en la medida de lo posible. Sin embargo, el futuro del comercio y de otros intercambios pacíficos dependerá de cómo termine esta crisis.

No menos importante es recordar las preocupaciones más amplias de todos los humanos: el medio ambiente, el manejo de las pandemias, el desarrollo económico y la paz. No podemos sobrevivir sin cooperación. Si la locura de Putin demuestra algo es eso. El mundo de la “fuerza por encima de todo” no es un mundo en el que podamos vivir con seguridad. Como demuestran sus amenazas nucleares.

Después de la batalla de Austerlitz en 1805, William Pitt dijo, proféticamente: “Enrolla el mapa (de Europa); no será necesario en estos 10 años”. La invasión de Rusia a Ucrania de la misma manera transformó el mapa de nuestro mundo. Parece seguro un prolongado brote de estanflación, con grandes efectos potenciales sobre los mercados financieros. A largo plazo, es probable la aparición de dos bloques con profundas divisiones entre ellos, así como un acelerado retroceso de la globalización y el sacrificio de los intereses empresariales a los geopolíticos. Incluso la guerra nuclear es, por desgracia, concebible.

Recemos por un milagro en Moscú. Sin él, el camino por delante será largo y difícil.


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@The Financial Times Limited 2025. Todos los derechos reservados . La traducción de este texto es responsabilidad de Notivox Diario.

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