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El pago digital incrementó tras la pandemia

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La pandemia aceleró la batalla contra el uso de efectivo en Reino Unido. La demanda y el miedo al contagio de Covid-19 aumentaron su uso.

Antes de que el coronavirus (Covid-19) golpeara las costas del Reino Unido, la calle comercial local en el suburbio oeste de Londres todavía tenía un minorista que solo aceptaba pago en efectivo. Era un abarrotero... Para clientes como yo —que desde hace mucho tiempo había abrazado la revolución digital— la obstinada resistencia del abarrotero a participar en los pagos digitales comenzaba a ser frustrante. 

Con solo dos cajeros automáticos en la calle comercial, la molestia adicional de tener que sacar dinero en efectivo solo para la tienda de abarrotes a menudo era un tiempo desperdiciado que la mayoría de nosotros no estábamos dispuestos a gastar.

 ¿También parecía extraño que este abarrotero pudiera permitirse ser tan discriminatorio? Pero algo sucedió, justo antes de que las presiones de Covid-19 comenzaran a intensificarse. El abarrotero cedió y comenzó a aceptar pagos digitales. Para la mayoría de nosotros esto fue una revelación de compras. Lo que es más, el movimiento se sentía legítimamente como algo motivado por el cliente y demanda. 


Las dependencias de los pagos digitales 

Como Christina Segal-Knowles, directora ejecutiva de la dirección de infraestructura del Banco de Inglaterra, señaló en un discurso que el cambio hacia los pagos digitales se había tardado en llegar. 

De 2017 a 2019, el número de personas que usan efectivo solo una vez al mes o menos en el Reino Unido, se duplicó a 7.4 millones. A mediados de 2016, las tarjetas superaron al efectivo por primera vez como la forma de pago más utilizada en el país británico.

 Pero no todo es bueno en la digitalización. Hay importantes efectos colaterales sociales asociados con los últimos que se resisten a ceder. A medida que se desmorona más la economía del efectivo, peor es la economía de proporcionar efectivo físico y la infraestructura asociada a la misma. 

Eso pone en marcha, fuerzas que comienzan a eliminar los cajeros automáticos, las sucursales bancarias y otros mecanismos de cobro que dábamos por sentado desde hace tiempo. Esto a su vez tiene un gran 

impacto en aquellos que aún dependen de la economía monetaria: las personas mayores, las no bancarizadas y los indocumentados. ¿Cómo se les atiende cuando no quedan más cajeros automáticos? Lo que realmente llama la atención es el grado en el que el Covid-19 probablemente aceleró estas tendencias. Como señala Segal-Knowles, los datos de LINK, la principal red de cajeros automáticos del Reino Unido, implican que las transacciones de red de cajeros cayeron notablemente durante el periodo de confinamiento. 

Según la encuesta de LINK, 75% de los británicos utilizan menos efectivo que antes de la crisis, con el despegue de las ventas en línea, que subieron a 30% del total de las transacciones minoristas en Reino Unido en abril de 2020 en comparación con poco más de 18% el año anterior, pero el Covid-19 tiene otro impacto importante en la economía de efectivo. 

No solo se trata de los que se resisten a ceder y se unen a la revolución digital. Hay una tendencia hacia la exclusión total del dinero físico en función de la higiene y el manejo, en parte propagada por las historias de que el efectivo es un transmisor peligroso del virus (cuando, de hecho, hay poca evidencia para respaldar esta afirmación). 

En cuanto a la historia de nuestra tienda de abarrotes, es la demanda del consumidor lo que generalmente empuja a los proveedores a adoptar nuevos mecanismos de pago.

 Ellos generalmente no tienen interés en desalentar a la clientela potencial limitando sus opciones de pago. Pero es por eso que la prohibición de efectivo por parte de los vendedores es tan curiosa.

 En términos de circulación de billetes y monedas, simplemente no tenemos las cifras exactas para confirmar si el movimiento realmente lo dirigió el consumidor o no. 

Tanto la belleza como la vulnerabilidad del efectivo es que, una vez que está disponible, nadie sabe realmente qué tan amplia y rápidamente está circulando en la economía. 

Tampoco nadie sabe realmente la escala de la economía sumergida (la economía informal y la economía ilegal) a la que atiende. En ese frente, hay amplia evidencia de que la economía durante la pandemia ha sido significativa, desde el comercio ilegal de drogas hasta la peluquería.


Más terminales sin contacto 

Y si bien los retiros de efectivo posiblemente disminuyeron en su conjunto, Brett Scott, un autor independiente y periodista que se enfoca en la evolución en el sector de pagos, destaca en un artículo reciente sobre el papel del virus del Covid-19 en la guerra contra el efectivo algunas pruebas de un fuerte aumento en los retiros de efectivo en los cajeros automáticos al momento del anuncio de los confinamientos. 

Esto es algo que no corroboran los datos de LINK. El último documento del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés) sobre bancos centrales y pagos en la era digital parece corroborar el punto. La contradicción es obvia. 

Como señala el BIS, “aumentaron las preocupaciones públicas sobre la transmisión viral del dinero en efectivo”, incluso cuando “la evidencia científica sugiere que los riesgos son bajos”. El BIS señala que “los consumidores en muchos países intensificaron el uso de las tarjetas sin contacto” y que la pandemia es un factor impulsor para “un mayor uso de los pagos digitales”.

 En este punto, es importante enfatizar que las tendencias de efectivo son muy diferentes en los distintos países. Por ejemplo, los alemanes y los japoneses son más propensos a usar efectivo que otras naciones.

 En Reino Unido, el Banco de Inglaterra solo publica sus datos formales de circulación de billetes una vez al año, por lo que es difícil confirmar o disputar la tendencia nacional hasta que los datos oficiales salgan mucho después en el año. 

Lo que sabemos del pasado es que las crisis provocan el acaparamiento de billetes, por lo que si bien el uso transaccional del efectivo puede cambiar, el volumen general de billetes en circulación se ve menos afectado. Mientras tanto, todo implica que el público todavía tiene una gran confianza y aprecio por los billetes, especialmente cuando los tiempos se ponen difíciles. 

Esto a su vez sugiere que las personas pueden estar recurriendo más a las transacciones digitales no por conveniencia sino porque la crisis hizo que las compras en línea sean obligatorias para muchos.

 Entonces, ¿qué habría motivado a tantos vendedores a dejar de aceptar efectivo en el mundo real? Scott culpa a la tergiversación deliberada de los consejos de la Organismo Mundial de Salud (OMS) sobre el asunto por parte de los periodistas. Su paciente cero es un artículo del Telegraph titulado: “Los billetes sucios tal vez están propagando el coronavirus, sugiere la OMS”, publicado el 2 de marzo.

 Esto, a su vez, llevó al portavoz de la OMS a emitir un comunicado que decía “NO dijimos que el efectivo estaba transmitiendo coronavirus”. Sin embargo, el daño ya estaba hecho. Cómo el efectivo ancla el sistema bancario. Una vez que el componente de billetes de efectivo público se elimina de la ecuación, solo queda la versión digital del efectivo público. Pero esta versión digital del efectivo público es algo mucho más abstracto que el dinero de los billetes. 

En casi todos los sistemas monetarios modernos equivale al sistema de liquidación bruta en tiempo real (RTGS, por sus siglas en inglés) administrado por los bancos centrales. Desafortunadamente, el Covid-19 distorsionó la verdadera señal de demanda de efectivo. Las consecuencias de ello son la creación de un sistema monetario que no sirve al interés público y que el consumidor no exige.



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@The Financial Times Limited 2025. Todos los derechos reservados . La traducción de este texto es responsabilidad de Notivox Diario.

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