Los amantes del arte de Curitiba, la ciudad del sur de Brasil, recibieron como regalo una inusual exhibición este año. En “Obras Bajo Cuidado”, en el Museo Oscar Niemeyer, están en exhibición 48 obras de arte que se incautaron a presuntos empresarios corruptos que participaron en el mayor escándalo de corrupción en Brasil, un programa de sobornos en la petrolera estatal Petrobras.
Las obras en exposición, que incluyen piezas del gran pintor modernista brasileño Cicero Dias, del compositor y pintor Heitor dos Prazeres y muchos más, se depositaron en el museo porque la policía federal no cuenta con las instalaciones para almacenarlos adecuadamente.
“El museo cumplió su misión de conservar y albergar colecciones de arte, y esto también democratiza el acceso a los visitantes para que las vean”, escribió en la guía de la exposición, Juliana Vosnika, directora del museo.
La colección parece diseñada para confirmar los peores prejuicios de los brasileños comunes: que los corruptos son extraordinariamente ricos y que los extraordinariamente ricos son corruptos. De hecho, mientras Brasil entra en una recesión y el desempleo aumenta, el escándalo de la crisis económica hizo que pasara de moda ser asquerosamente rico en Brasil, dice Daniela Falcao, editora en jefe de Vogue Brasil. Cuando este país está en auge, dice, “está bien gastar mucho porque ayudas al crecimiento del país. Ahora, no quieres que te conecten con la élite involucrada en estos programas de corrupción”.
En un país en donde el 10% más rico controla 54% del ingreso, es difícil sorprender a la gente con demostraciones ostentosas de riqueza. Pero en el último año, el estilo de vida de la élite brasileña se puso bajo el escrutinio como nunca antes, y a menudo con resultados sorprendentes.
Las revelaciones empezaron con Eike Batista, el magnate petrolero que fue el hombre más rico de Brasil hasta que admitió hace un par de años que a sus campos petroleros les faltaba un ingrediente clave, petróleo. Lo acusaron de uso de información privilegiada y un juez ordenó una subasta pública de las pertenencias del empresario y su familia. Los brasileños fueron testigos de cómo la policía confiscaba una colección de automóviles de lujo, yates y jet-skis de muchas residencias del clan Batista.
Pero los lujos de Batista resultaron ser modestos en comparación con lo que acumularon los que participaron en el caso de Petrobras. Uno de los ex directores de la empresa, Pedro Barusco, confesó en declaraciones ante el tribunal que acumuló 100 millones de dólares con las ganancias de los actos de corrupción, y dijo que gastó otro millón de dólares en cuentas médicas y viajes.
A otro director de Petrobras, Renato Duque, se le acusó en los documentos el tribunal
federal del estado de Paraná, de aceptar obras de arte a cambio de contratos, (acusaciones que niega). A su colega, Paulo Roberto Costa, Alberto Youssef, (su socio en el fraude de Petrobras, y traficante de dinero en el mercado negro), le “dio” una nueva Range Rover Evoque. La policía encontró más de 500,000 dólares en efectivo en la casa de Costa.
Los funcionarios de Petrobras son sólo el principio. Hay políticos a los que también se les acusó de darse la gran vida, entre ellos, Eduardo Cunha, director de la Cámara Baja del Congreso.
Al expresidente, Fernando Collor, que destituyeron durante su mandato a principios de la década de 1990 por presunta corrupción, los fiscales también lo acusaron de participar en el escándalo de Petrobras. Tenía un Lamborghini, un Ferrari y un Porsche que le confiscaron antes de que el tribunal diera la orden de su devolución.
Estas muestras de presunta corrupción y riqueza ostentosa son un dolor de cabeza para el estilo de los súper ricos en Brasil cuando se trata de lo que saben hacer mejor, gastar a manos llenas, dicen los analistas.
Falcao de Vogue dice que la élite todavía consume pero que lo hace con más raciocinio. Invierte en joyería de gama alta y, a menudo, en el extranjero. Mantiene sus compras en secreto, especialmente las más extravagantes.
“Si compras diamantes o esmeraldas, será una pieza que durará por generaciones y estará a salvo porque, incluso, si la economía se va por la borda, todavía la tendrás como activo”, dice Falcao.
En cuanto al Museo Oscar Niemeyer en Curitiba, siempre y cuando la riqueza y la corrupción vayan de la mano, parece que no habrá escasez de nuevas piezas para exhibir. Ahora el museo prepara la exposición de un nuevo lote de 139 obras de la investigación de Petrobras.