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Energéticas ven riesgos y recompensas con Trump

El actual gobierno de EU muestra una postura más favorable a los combustibles fósiles, pero el sector se verá afectado por el impuesto de ajuste fronterizo.

Esta semana, ExxonMobil, el grupo petrolero más grande de Estados Unidos, proclamó la creación más de 45 mil empleos de construcción y producción mediante la inversión de 20 mil millones de dólares (mdd) en proyectos petroquímicos de refinación y de gas natural licuado a lo largo de la costa del Golfo de México.

Ninguno de estos proyectos era nuevo —el programa de inversión comenzó en 2013 para aprovechar los bajos costos del gas y del petróleo que desencadenó el auge del esquisto de EU— y algunos no están seguros de seguir adelante. Pero nada de esto frenó la cobertura de noticias positivas, y el presidente Donald Trump tuiteó sobre la declaración no menos de cinco veces. “ExxonMobil: compañía especial, gente especial”, dijo el presidente en un video.

Darren Woods, director ejecutivo de Exxon, quien anunció las cifras en la conferencia de energía CERAWeek en Houston, ofreció una declaración muy cuidadosamente redactada para el comunicado de prensa de la Casa Blanca, y señaló que “las inversiones de esta escala requieren de un enfoque a favor del crecimiento y un entorno regulador estable y apreciamos el compromiso del presidente para ambas cosas”.

La publicación mutuamente ventajosa para Exxon y Trump fue una señal sobre cómo las compañías de energía construyen sus relaciones con una administración que ofrece grandes oportunidades en términos de desregulaciones y apoyo para nueva infraestructura, pero también plantea riesgos en el tema de una reforma fiscal y de la alteración del comercio.

Los ejecutivos del sector de gas y petróleo generalmente apoyan a Trump, quien hizo campaña para “maximizar el uso de recursos estadunidenses”. Sus primeras medidas, incluidas acciones ejecutivas para fomentar la construcción de los ductos petroleros Dakota Access y Keystone XL, se consideran solo como los primeros pasos para una administración que tendrá una postura más favorable a los combustibles fósiles que el gobierno anterior.

Jack Gerard, presidente del American Petroleum Institute, un grupo de la industria, dijo que existe una “oportunidad emergente” para el crecimiento de la producción de gas y petróleo que se creó por la confluencia de condiciones de mercado más favorables y políticas que proporcionan mayor apoyo.

Karen Harbert, presidenta del Institute for 21st Century Energy, un grupo de campaña de la industria que tiene respaldo de la Cámara de Comercio de EU, dijo que era “muy emocionante” que los funcionarios clave de la administración tengan “antecedentes y la comprensión” del negocio. Rick Perry, secretario de Energía y ex gobernador de Texas, el estado con mayor producción de petróleo en EU, y Scott Pruitt, el administrador de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por su sigla en inglés), es ex fiscal general de Oklahoma, el sexto mayor productor de EU.

Sin embargo, ese entusiasmo se modera por las preocupaciones que existen por las opiniones que tiene Trump sobre el comercio internacional.

Las consecuencias políticas de la retórica de Trump contra el comercio todavía no están claras, dice Susan Sakmar, quien enseña en la Universidad de Houston. “La gente trata de averiguar cuáles son los objetivos de Trump”, dice. “Renegociar el TLC (el Tratado de Libre Comercio de América del Norte): ¿qué significa eso?, nadie lo sabe”.

El gas y el petróleo son un negocio mundial, y las compañías estadunidenses generalmente apoyan un comercio más libre. Woods dijo en su discurso en CERAWeek que el gobierno puede ayudar a las empresas mediante la “apertura de canales comerciales”, y agregó que los “subsidios, mandatos y barreras comerciales solamente obstaculizan el progreso”.

En esa cuestión hizo eco Rex Tillerson, su predecesor en Exxon y quien ahora es el secretario de Estado de Trump. Tillerson expresó en el pasado su apoyo para el acuerdo comercial propuesto de la Asociación Transpacífico (TPP, por su sigla en inglés), que pudo facilitar la exportación del gas natural licuado de Estados Unidos a otros países miembros. Sin embargo, Trump retiró a Estados Unidos del TPP como uno de sus primeros actos en su presidencia.

Los asuntos más urgentes en comercio internacional para el sector de energía ahora son el TLC y la reforma fiscal. México, que en particular ha sido el blanco de las críticas de Trump, es un mercado grande y creciente para la energía estadunidense, y cualquier cambio fundamental en el TLC podría alterar esa relación. México recibe alrededor de 17 por ciento de todas las exportaciones de petróleo y productos petroleros, y 5 por ciento de toda la producción de gas de EU.

Otro punto de preocupación es la propuesta de los republicanos para una reforma fiscal a las empresas, incluyendo el impuesto de “ajuste fronterizo”, que recompensan las exportaciones y penalizan las importaciones.

El plan podría tener efectos diversos en diferentes empresas de energía, y potencialmente podría ayudar a algunos productores de petróleo, pero perjudicar a las refinerías que dependen de crudo importado y por lo tanto elevar los precios del combustible en algunas partes de EU. John Watson, director ejecutivo de Chevron, el segundo mayor grupo petrolero de Estados Unidos, dijo en la conferencia CERAWeek que le preocupa la propuesta.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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