Fue una noche embriagadora en las primarias de California. Hillary Clinton se acababa de declarar como la primera mujer que estaba al frente de una candidatura por la presidencia de un partido importante de Estados Unidos (EU), y en el mitin de Nueva York, su gran red de donantes y asesores de alto nivel vitoreaban porque le ganaron a su principal oponente, Bernie Sanders.
“¡Lo derrotamos!”, exclamó uno de los principales donantes de Clinton. “Nosotros los magníficos”.
En el mundo de la política estadounidense, pocas redes son tan extensas y tienen tanto alcance como la de los Clinton, una red amorfa, cambiante, que ha crecido perpetuamente durante los 35 años que la pareja ha estado en la función pública.
De acuerdo con personas informadas sobre el interior de este gigante, es tanto su activo más fuerte como su mayor vulnerabilidad.
A Hillary le ofrece una red hecha de donantes y personas que reúnen dinero y pueden ayudarle a recaudar sumas de siete dígitos en cuestión de horas, o a reunir algunas de las mentes más brillantes en política exterior y economía. Pero también le impide, esta misma red, que pueda ser una candidata más ágil.
“Estaban los amigos de Bill -o FOB- después fueron los amigos de Hillary -FOH- y ahora algunas veces son amigos de Chelsea. Es un grupo grande difícil de manejar que solamente se vuelve más grande con el paso de los años”, dice Jim Manley, ex auxiliar de los senadores Harry Reid y Ted Kennedy.
El amalgama resultante es similar a los “círculos concéntricos que se mantienen en expansión”, bromea Manley. “Muchos políticos en algún momento suelen reducir el tamaño de ese círculo, pero los Clinton no están dispuestos a hacerlo. Así que lo hacen cada vez más grande, y más grande… la dinámica es que tienes una gran cantidad de información diferente que viene de fuera de la campaña y algunas veces la campaña se paraliza por eso”.
Durante los últimos 18 meses, la campaña de Clinton trató de evitar los tropezones que tuvo durante su apuesta en las elecciones de 2008. Ese esfuerzo pasaba a través de dos jefes de campaña y estuvo plagado de filtraciones de amigos, donadores y asesores descontentos que generaron titulares acerca de peleas internas y caos.
Según los indicios, el rodeo de 2016 es más suave, en gran medida gracias a los esfuerzos por hacer sentir más incluidos a los amigos que no participan directamente.
“Creo que se entiende de manera mucho más clara que la asesoría es bienvenida y que se va a considerar, pero se tiene que compartir de una manera consistente con una campaña muy ordenada y organizada”, dice Geoff Garin, encuestador de Clinton en 2008 y que ahora asesora a Priorities USA, su súper PAC.
A pesar de los “momentos difíciles”, no hay el mismo tipo “de cuestionamientos por parte de la gente que se suponía era amiga”, dice Garin. “A menudo, en las campañas, los amigos, o los llamados amigos comparten sus consejos de una manera más pública si creen que de otra forma no los escuchan”.
Los que participan en la campaña dicen que Clinton y sus colaboradores más cercanos aprendieron a perfeccionar el arte que en su oficina central de Brooklyn se conoce como “la ilusión de la inclusión”. La asistente principal de Clinton, Huma Abedin, ayuda a administrar el acceso a los donadores, amigos y asesores, ahora incluso con la ayuda de su propia asistente.
Clinton, por su parte, insiste en recordar suficientes detalles personales de los que están en su órbita, desde el nombre del cónyuge, una ocasión especial próxima, o a qué universidad asistieron, eso les da la sensación, incluso a los que están fuera del círculo, de que están más cerca del centro de lo que podrían pensar.
Este es un esfuerzo para asegurar que todo el mundo, desde el principal donador hasta los asesores ocasionales o los compañeros del partido demócrata que viajan con ellos, se sienta “escuchado y atendido”, dice un auxiliar de largo tiempo de Clinton.
Otro asistente, que trabajó tanto en la Casa Blanca con Bill Clinton como en la campaña de Hillary Clinton en 2008, lo describe como un baile. “Cuando tienes que hacer todas estas cenas en los Hamptons, todo el mundo siempre cree que te da consejos. La ilusión está ahí… pero la campaña va a hacer lo que quiere sin importar nada más”.
La gran red a disposición de Clinton puede trabajar para su ventaja y su desventaja. Las personas cercanas a ella dicen que a veces la llenan con demasiada información y asuntos que tiene que tocar en los discursos, y argumentan que esto la hace ver como una peor o menos ágil candidata política.
Esta red también presenta un marcado contraste con el mundo que habita Donald Trump, en el que algunas de las decisiones más importantes de su campaña dependieron casi exclusivamente de la asesoría de sus tres hijos más grandes y de su yerno, Jared Kushner.
El círculo en 2008 del presidente Obama, por su parte, era relativamente pequeño en comparación con el de los Clinton, sobre todo porque muchos dirigentes demócratas se mantuvieron con Clinton durante gran parte de la campaña.
El mundo de los Clinton, por su parte, está poblado de amigos que datan desde la infancia de Hillary Clinton en Chicago y de los días en Wellesley; de la época del presidente Clinton en Oxford, y el largo tiempo que ocuparon la mansión del gobernador en Little Rock. Se eligieron a nuevos acólitos en los últimos años, algunos esperan viajar con el segundo presidente Clinton hacia la Casa Blanca.
“La gente quiere participar, muchas personas quieren conseguir un trabajo en el gobierno, así que esto las motiva, pero con lo que pueden contribuir no es útil para ganar la elección”, dice un experto en política exterior que ayudó a asesorar la campaña. “Tienes que mantener a la gente ocupada porque de otra forma comienza a quejarse de que la campaña no escucha sus asuntos”.
Un amigo de largo tiempo de los Clinton argumenta que la pareja logró el equilibrio correcto esta vez, sobre todo al tener en cuenta el número de donadores y partidarios con los que tienen que tratar. Además, argumenta, con Trump como el candidato republicano, incluso los miembros fuera del círculo de los Clinton se muestran renuentes a hablar mal de la campaña, independientemente de si se sienten desairados o menospreciados.
“Incluso si eres un demócrata en el círculo concéntrico número 15 (o alguien) que se agotó”, supone el experto, “aún quieres que gane ella”.
Para leer el comentario editorial de Financial Times sobre el estado de salud de Hillary Clinton, da clic aquí