Tras el anuncio de un nuevo incremento a las gasolinas a partir del 1 de agosto -44 centavos para la Premium, 56 la Magna y 21 centavos el Diésel- surge la pregunta ¿y la baja de precios que prometió el gobierno a partir de la reforma energética?
Aquí algunas respuestas.
Efectivamente una de las promesas de la reforma energética es que los precios de las gasolinas bajarían y por unos meses así fue, pero para que esto se materialice por completo el mercado de gasolinas debe estar liberado al cien por ciento y eso sucederá hasta 2018.
Además, que el mercado se libere por completo no significa que la gasolina vaya a ser más barata per se. Cuando esto ocurra, los precios ya no dependerán de lo que establezcan el gobierno o Pemex, sino de factores como el tipo de cambio, el precio del petróleo, los costos de producción y la competencia.
2016, la transición
Este 2016 es un año de transición que consiste en que los precios se muevan de acuerdo a los referentes internacionales (dólar y petróleo), pero dentro de una banda de precios que estableció la Secretaría de Hacienda –Premium de 13.95 a 14.81 pesos; Magna entre 13.16 pesos y 13.98 pesos; y Diésel entre 13.77 y 14.63 pesos.
El mecanismo de establecer una banda de precios se mantendrá en 2017 y será hasta 2018 cuando realmente los precios serán determinados por los factores externos.
Competencia
Con la reforma energética se abrió el mercado para que otras empresas, además de Pemex, vendan gasolina en México. Al haber más competencia los precios tendrían que bajar. A partir de abril de este año, las empresas interesadas en importar gasolina para venderla en el país empezaron a solicitar los permisos para hacerlo; sin embargo, hasta el día hoy toda la gasolina que se sigue consumiendo en el país es importada, transportada y vendida por Pemex. Aún no hay competencia.
Sube y baja
A esto se debe sumar que cuando los precios internacionales del petróleo y el dólar suben, las gasolinas también lo hacen. La razón es simple: la materia prima para fabricar gasolina es petróleo y las importaciones de gasolina se hacen en dólares –recordemos que México importa la mayor parte de las gasolinas que consume–. Esto significa que aún en 2018, si el petróleo sube de precio o el dólar se dispara, las gasolinas también subirán de precio como sucede en la mayoría de los países del mundo.
La disminución de precios que hubo a principios de año obedeció a que desde finales del año pasado el petróleo estaba por los suelos. En enero de este 2016 los referentes internacionales del crudo se desplomaron hasta 20 dólares por barril, pero después volvieron a subir y ese incremento es lo que provocó que las gasolinas también subieran de precio.
Este año, si el petróleo vuelve a bajar, la gasolina también lo tendría que hacer manteniéndose siempre dentro de la banda de precios.
MCM