Apenas hace cuatro años, a Petraeus se le adoraba como si fuera Douglas MacArthur de su generación. En la parte más profunda de la guerra de Irak, cuando el país sufría miles de muertes por dispositivos explosivos improvisados, se le apodó el “Rey David” de Mosul, una ciudad que despejó y mantuvo antes de volver a caer en manos de los rebeldes.
Más tarde lo nombraron arquitecto en jefe del aumento de tropas en Irak bajo el gobierno de George W Bush en 2007, después de su paso como jefe del Comando Central del Pentágono, Barack Obama lo puso a cargo de su propio aumento de tropas en Afganistán. Su recompensa fue ser el jefe de la Agencia Central de Inteligencia en 2011.
Muchos pensaron que la CIA era un trampolín para las ambiciones presidenciales de Petraeus. Estados Unidos adora a un general exitoso y sus niveles de aprobación eran estratosféricos. ¿Algo se podía interponer en su camino?
La respuesta fue sí, el mismo David Petraeus. Poco después de la reelección de Obama en 2012, renunció a la CIA cuando se supo que compartió ocho cuadernos de información clasificada con su biógrafa, Paula Broadwell. También sostuvieron un romance.
Pocas veces una caída de gracia fue tan brutal. Después de una larga investigación Petraeus, quien se declaró culpable de retirar sin autorización información clasificada, recibió una multa de 100,000 dólares. Algunos pensaban que tuvo suerte de no ir a la cárcel.
Durante los últimos tres años, su trabajo es ser asesor de alto nivel de un grupo de capital privado, Kohlberg Kravis Roberts (KKR).
Entonces, ¿qué aprendió de su caída de gracia?
Responde sin detenerse y a menudo habla en tercera persona. “Hacer un examen de conciencia y reflexionar, sacar las conclusiones adecuadas de las lecciones y seguir adelante”, dice. “No es como si no hubiera tenido experiencia con la adversidad en el pasado. Estar en combate no se trata de momentos llenos de felicitaciones. Pero es diferente cuando se daña uno mismo. Alguien me envió una nota que decía, ‘no me digas qué tan alto saltó el tipo, dime qué tan alto saltó el tipo después de caer’. Obviamente importa la resistencia. No era ajeno a las adversidades, pero es distinto cuando se trata de algo personal. No es algo que recomiende”.
¿La humillación lo hizo más fuerte? No muy contento, dice “en cierto momento tienes que dejar de ver los espejos retrovisores del autobús y enfocarte hacia delante y eso es lo que tratamos de hacer”.
¿La invasión de Irak en 2003 fue un error? “Esa es una pregunta que nunca voy a abordar”, dice. Recuerda que como el comandante del aumento de tropas y entonces jefe de Centcome “escribí más cartas de condolencias a las madres y padres estadounidenses que cualquier otra persona”.
¿Qué lecciones aprender de Irak? ¿La insurgencia de ISIS no nació de los errores posteriores a la invasión? Petraeus está de acuerdo con gran parte de la crítica de que se cometieron errores al comenzar la ocupación de EU. “No cabe duda de que dos decisiones tempranas crearon enormes problemas que se mantienen en la actualidad”, dijo.
La primera fue cuando retiró a los exleales de Saddam Hussein de los empleos del gobierno. La segunda fue la desmovilización del ejército iraquí, que puso a muchos hombres enojados -y armados- en las calles. “¿Una política retira a más tipos malos de las calles que los que pone?” y si la respuesta es no, entonces debes sentarte a esperar que se aleja el pensamiento. “No puedes quitarle el trabajo a la gente y no decirles cómo van a llevar comida a su mesa. Se hizo un gran daño que todavía persigue a Irak en la actualidad”.
Petraeus admite que EU también debe aprender una lección de humildad de ese episodio. Y sin embargo, su cura para las crisis de la actualidad son más intervenciones de EU, solo que con una mejor ejecución. “Los espacios sin gobierno en el mundo islámico los van a explotar personas que nos desean mal, no los van a contener”, dice. “Siria es un verdadero Chernobyl político, tsunamis de refugiados contribuyen a la actividad extremista, incluso en nuestro propio territorio. Es imperativo el liderazgo de EU. No hay un sustituto”.
¿No están los mayores retos de EU en casa?
Le pregunto a Petraeus. Hablamos pocos días antes de que Donald Trump pase a ser casi inevitablemente en el candidato republicano a la presidencia. Las encuestas muestra una enorme proporción de hombres y mujeres en servicio que apoyan a Trump. Petraeus rechaza la oportunidad de criticar a Trump. “Hay señales de que ya empieza a moderar sus posturas”, responde.
En las últimas semanas, dada la agitación en el partido republicano, algunos miembros dentro fantaseaban con la idea de un “caballero blanco” que llegue para salvar al establishment. En algunas ocasiones surgió el nombre de Petraeus. ¿Cómo reaccionó a eso?
“A las personas que realizan estas encuestas de opinión deberían someterlas a pruebas de drogas”, responde Petraeus. Sin embargo, él obviamente busca regresar a la vida pública. Unos días antes de nuestra reunión escribió una carta abierta en el Washington Post donde estableció la forma cómo EU puede derrotar a ISIS.
Le pregunto cómo calificaría la presidencia de Obama. “Se lo dejo a los historiadores”, dice.
Mientras nos despedimos, una persona se acerca para estrechar su mano y dice Sempre fi (Siempre fiel), el lema de los marines de EU. Aunque no es un marín, Petraeus sonríe. “Gracias”, dice. Sin el uniforme, pienso, poco cambió.
El general claramente espera otro aumento, esta vez para revivir su propia carrera, con Washington como su teatro de operaciones.