“¿Dónde está su evidencia?” Los activistas que promueven la desinversión y que dicen que los dueños de los activos deben vender todo lo que poseen en empresas de combustibles fósiles le plantean esta pregunta sin respuesta a los que afirman que el compromiso con las firmas produce mejores resultados. No hay tal evidencia.
“Esperamos que el compromiso tenga influencia”, dice Frédéric Samama, vicedirector global de clientes institucionales y soberanos de Amundi, el gestor de activos francés.
Pero admite que no hay un trabajo que demuestre que ese sea el caso. El nivel de compromiso que se requiere para hacer el tipo de cambios necesarios y de esta manera evitar el cambio climático fuera de control —obligar de forma efectiva a las empresas de combustibles fósiles a disminuir su negocio central— nunca se había intentado antes.
El compromiso es atractivo para los dueños de activos porque es relativamente fácil de implementar y no conlleva un riesgo que provoque bajos rendimientos en términos de inversión. “El compromiso es bueno, pero solo si únicamente hablas y no presionas, realmente, no logras mucho”, dice Samama.
Intentar el tipo de compromiso que puede presionar realmente a las compañías no es fácil de coordinar.
La semana pasada, la empresa estadunidense Chevron se enfrentó a una resolución de los accionistas para reasignar el capital de la exploración a nuevos recursos para obtener mayores dividendos. Se rechazó enfáticamente.
“Cuando se puso sobre la mesa esa resolución, no había expectativas de que siguiera adelante”, dice Fiona Reynolds, directora gerente de Principles for Responsible Investment, una red internacional de inversionistas que cuenta con el respaldo de la ONU. “Es muy innovador, y tal vez adelantada a su tiempo”.
Un problema es que los administradores de los programas de pensiones no están necesariamente convencidos del mérito de ese tipo de resoluciones, incluso si sus miembros lo están.
Previo a la reunión general anual de Chevron, el gigante estadunidense de pensiones Calstrs confirmó que no apoyaría la resolución. Un portavoz dijo: “Creemos que es mejor dejar a la junta de directores las estrategias de distribución de capital. Calstrs cree que una política para distribuir dividendos limitaría la capacidad de la administración para determinar dónde se pueden hacer las inversiones necesarias para garantizar la viabilidad a largo plazo de la compañía en un entorno cambiante”.
La resolución, propuesta por As You Know, un grupo estadunidense defensor del compromiso, recibió el respaldo de una plataforma de nombre Vote Your Pension, algo que facilitó a los miembros de programas de pensión escribir a sus administradores para solicitarles su respaldo.
Disclosure Project de Asset Owners (AODP, por su sigla en inglés) maneja Vote Your Pension, e intenta promover la transparencia y el debate en torno a las emisiones de carbono y el cambio climático.
Según Julian Poulter, director ejecutivo de AODP, se enviaron correos electrónicos a mil 218 miembros de los fondos de pensiones. “Nuestra tarea es conseguir ahora un poco de responsabilidad de esos fondos y preguntarles por qué, si viajan por el mundo para hablar del riesgo climático, no están dispuestos a participar”.
Calstrs y Calpers —un fondo público de pensiones también de California— se encuentran entre los que instaron al grupo de naciones líderes G7 a apoyar un objetivo firme de reducir las emisiones de carbono.
La propuesta de Chevron, o Resolución 7, como se refieren a ella sus partidarios, abrió nuevos caminos al solicitar a la junta de consejo un cambio de estrategia, en lugar de solo pedir una mayor transparencia. Las iniciativas de transparencia tienen mejor suerte, los miembros de las juntas de Shell, BP y Statoil respaldan las mociones de aumentar la apertura para divulgar información.
La presión de los accionistas para ser más abiertos probablemente aumente en el corto plazo, ya que se intensifica la presión legislativa sobre los accionistas. Francia ahora exige a los inversionistas institucionales que determinen y publiquen la huella de carbono de sus carteras.
Esta ley, junto con la Resolución 7 y las demás iniciativas de ese tipo, probablemente no tengan un impacto directo; sin embargo, servirán a un propósito importante, dice Samama.
“Con los dueños de los activos, el mundo es o blanco o negro”, dice. “Hay algo sobre tu mesa, puedes verlo, puedes votar por tus representados sobre eso, o no está y simplemente no lo tocas”.
La campaña para la desinversión es reconocida ampliamente, tiene el poder de colocar el tema en la mesa, pero puede ser ineficaz para cambiar el comportamiento de las grandes empresas petroleras.
El cambio climático rápidamente se vuelve en algo indispensable en la mesa de los dueños de los activos, dice Samama, ya que la presión aumenta desde muchas direcciones. Espera ofrecer una fuente de presión al dirigir una iniciativa que busque “eliminar el carbono” de 100 millones de dólares en activos.
Con este fin, Amundi lanzó recientemente una gama de productos que desarrolló en sociedad con el fondo de pensiones suizo AP4, el fondo francés de retiro FRR y MSCI, el proveedor de índices. Los índices de los fondos le dan seguimiento a las familias líderes de baja emisión de carbón del MSCI, lo que ofrece un seguimiento con bajo error respecto a los índices principales, en combinación con huellas de carbono significativamente inferiores.
En lugar de simplemente poner en una lista negra a las compañías o incluso a sectores completos, los índices excluyen al último 20 por ciento de cada sector en términos de intensidad de carbono (emisiones de carbono con relación a las ventas) y reservas de carbono con relación a la capitalización de mercado. Las clasificaciones se calculan nuevamente cada año, así que, en teoría, las compañías tienen el incentivo de limpiar su forma de trabajar para regresar a la lista.
Incluso esa táctica, a la que Samama describe como un punto medio entre la desinversión y el compromiso, se reduce a señalar, admite.
Aunque los presidentes ejecutivos pueden “no estar particularmente contentos con la caída de los precios de las acciones”, a medida de que los excluyen del portafolio de bajas emisiones de carbono, el verdadero impacto llega con la propagación de la creencia de que el riesgo climático es real y los gobiernos harán legislaciones para mitigarlo.