El valor de los delitos ambientales crece a una tasa de 5 a 7% al año con un beneficio de 91,000 millones de dólares (mdd) a 259,000 mdd al año, 26% más que la estimación de 2014, concluyeron la ONU e Interpol en su informe The Rise of Environmental Crime (El aumento de la delincuencia ambiental).
Hoy es la cuarta área de mayor actividad delictiva detrás de las drogas, la falsificación y la trata de personas, pero pocos gobiernos la consideran prioridad, dice el estudio.
El sector forestal -en especial la industria de la pulpa y el papel en China y el sureste de Asia-, el sector de pesca y minería es donde hay mayor actividad ilegal.
Davyth Stewart, un investigador de alto nivel de la Interpol quien contribuyó al informe, dijo: “Estas tres industrias tienen un componente legal para ellas, así que el gran volumen que pasa a través de sus canales legales ofrece la infraestructura corporativa para ocultar las actividades ilegales y los ingresos ilícitos”.
Christian Nellemann, editor en jefe delreporte, dijo que el crimen en el sector forestal destaca por el grado de sofisticación que alcanzan los delincuentes corporativos. “A diferencia de hace 10 o 15 años cuando se limitaban a talar árboles ilegalmente, estas redes se vuelven tan organizadas que se aseguran de que sus actividades tengan algún tipo de permiso legal”.
Más de 86% de la madera tropical que se presume ilegal y que ingresa a la Unión Europea y a Estados Unidos (EU) llega en forma de papel, pulpa o virutas de madera y no como se pensaba anteriormente, en forma de madera en bruto, aserrada o productos de mobiliario, dice el informe.
El tamaño de la participación de las bandas organizadas en el delito ambiental se demuestra con la minería ilegal en la República Democrática del Congo, dijo Nellemann. De 660 mdd que se estima se acumulan por las actividades ilegales al año en la región, solo 2% se queda con los grupos que combaten allí, el resto va a organizaciones criminales.
“Ahora parece más un conflicto con un impulso criminal que uno político”, dijo, y agregó que hay evidencia de la lucha que se desata entre los cárteles de contrabando de oro en los países vecinos.
Stewart dijo que el delito ambiental prolifera por la falta de voluntad política para hacerle frente. “Hay suficientes acuerdos internacionales, hay suficientes leyes en los libros”, dijo. “Lo que falta es la capacidad y voluntad de tratarlo como un delito de alta prioridad”.
Julian Newman, director de campañas de la Agencia de Investigación Ambiental, dijo que las agencias encargadas de aplicar la ley “tienen que usar nuevas tácticas” para combatir a los criminales. “Tienes que usar las leyes contra el lavado de dinero y otro tipo de legislación financiera”.
La corrupción es otra “herramienta clave” en el delito ambiental, dijo Newman.
El Amazonas es un lugar donde las fuerzas del orden tuvieron éxito en su lucha contra el delito ambiental, según Nellemann. La policía brasileña utilizó satélites para monitorear la deforestación, desplegó equipos de policía especializada para arrestar a las bandas y amenazó a los supermercados con acusaciones de vender bienes que no pueden demostrar si provienen de fuentes ambientalmente seguras.