Tres ex operadores de divisas que tienen su base en Gran Bretaña tratarán de sacar su caso judicial de un tribunal de Nueva York antes de que llegue a juicio, después de rendirse ante las autoridades estadunidenses tras una extensa investigación sobre supuesta manipulación de las referencias del mercado de divisas.
Christopher Ashton, de Barclays; Rohan Ramchandani, de Citigroup, y Richard Usher, de JPMorgan Chase, quienes formaron una sala de chat llamada el “Cártel” decidieron no luchar contra la extradición a Estados Unidos después de que la división antimonopolio del Departamento de Justicia de EU los acusó de manipular el mercado de dólares estadunidenses y euros. El Departamento de Justicia no quiso hacer comentarios sobre el caso.
Todos ellos niegan algún delito. En un trato con el Departamento de Justicia de EU acordaron entregarse voluntariamente y pagar una fianza a cambio de poder regresar a Reino Unido en espera de algún juicio.
El acuerdo todavía necesita la aprobación de un juez y se programó una audiencia en Nueva York para el 17 de julio, a la cual se espera que asistan los tres hombres. Pero van a tratar de evitar algún juicio mediante el argumento de que el tribunal del Distrito Sur de Nueva York no tiene jurisdicción para tratar su caso, según tres personas familiarizadas con la situación.
Van a argumentar que eran operadores británicos trabajando en Reino Unido en el momento del presunto delito, y que la Oficina de Fraudes Graves de Reino Unido decidió el año pasado abandonar su investigación sobre la manipulación del mercado de divisas después de llegar a la conclusión de que no había pruebas suficientes para armar un caso exitoso.
También van a señalar la escala extrema del mercado euro-dólar para poner en duda sobre si era posible que tres operadores manipularan el comercio de divisas más líquido del mundo, agregaron estas personas.
A los operadores se les dio el apodo del Cártel y también de la Mafia en los mensajes de la sala de chat que estuvieron en el centro de de los acuerdos civiles entre varios bancos con las autoridades de Estados Unidos y el Reino Unido en 2014 y 2015.
Algunos de los bancos más grandes del mundo —incluidos aquellos donde trabajaban los operadores— pagaron un total de 10 mil millones de dólares en multas como parte del escándalo. Los cargos llevan una pena máxima de 10 años de prisión y una sanción de un millón de dólares. La multa máxima puede aumentar al doble de las ganancias derivadas del supuesto delito o al doble de las pérdidas que sufrieron las víctimas si esa cantidad supera el millón de dólares.
La decisión del trío de entregarse a las autoridades de Estados Unidos marca un contraste con Stuart Scott, ex jefe de operaciones de divisas de HSBC en Londres, quien, junto con su antiguo jefe, Mark Johnson, de 51 años, fue acusado el año pasado por la sección de fraudes del Departamento de justicia de EU en una línea de acción separada de la investigación en el mercado de divisas. Scott, quien vive cerca de Londres, fue arrestado la semana pasada en Reino Unido a petición de las autoridades de Estados Unidos. Va a impugnar la extradición y niega cualquier delito.