Llegó la hora de comer y Mariano Rajoy cambió el martes el pleno del Congreso de los Diputados sobre el rescate a Grecia por una cervecería cercana en el céntrico Barrio de Las Letras de Madrid. Un hecho aparentemente sin importancia que en el caso del jefe del gobierno español tiene gran significación.
Y es que Rajoy no ha sido nunca dado a la socialización y al acercamiento físico, mucho menos desde su llegada a La Moncloa en diciembre de 2004. Los estudios de opinión muestran de hecho que los ciudadanos lo perciben como un líder frío y distante.
El jefe del Ejecutivo enfiló el martes la Carrera de San Jerónimo, donde se encuentra la cámara baja del Parlamento español, hacia la cervecería en la que comería con algunos de sus más cercanos, entre ellos la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Sonrió, dio besos y se hizo selfies con los que se lo pidieron a su paso.
"¡Eres un crack!", le dijo a un crío montado en bicicleta que ante él hizo un caballito. "¡Oye, choca la mano!". ¿Rajoy en estado puro? Seguramente no. Es Rajoy en la cuenta atrás para las elecciones generales de finales de año, en las que una reválida como presidente del gobierno resulta mucho más costosa que su primera victoria, hace cuatro años.
Los ciudadanos no tienen buena imagen del líder conservador y pocos son los que dicen confiar en él, según confirmó el último barómetro de Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS, estatal), la encuesta más importante del país.
Se ha pasado buena parte de los últimos cuatro años aplicando austeridad, es decir, haciendo recortes y reformas dolorosas frente a la crisis. Además, su mandato se ha visto seriamente dañado por los casos de corrupción que salpican al Partido Popular (PP).
En las conversaciones de barra de bar, pero también en el discurso de la oposición, Rajoy sigue aún hoy apareciendo como el presidente de la pantalla de plasma. Y ya son años.
El episodio data de febrero de 2012, cuando habló por fin de la contabilidad paralela del ex tesorero del PP Luis Bárcenas, el mayor escándalo de corrupción que golpea al partido. Lo hizo ante la formación y no admitió preguntas de los periodistas, que siguieron su intervención a través de una pantalla de televisión.
La dificultad de una reválida en La Moncloa viene también marcada por el final del bipartidismo que ha supuesto la irrupción de Podemos, primero, y la de Ciudadanos, después, en la escena política española, una aparición impetuosa que es consecuencia en parte de las políticas de recortes y de la corrupción.
La estrategia comunicativa de Rajoy, del partido y del gobierno ha tenido problemas. Lo dicen expertos y los reconocen cargos del PP. "Rajoy siempre ha sido una persona cercana. Quizás en los últimos años la agenda internacional, legislativa y de gobierno ha hecho que podamos estar menos pendientes de estar cerca de la gente", dijo en una entrevista el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado.
Con la recuperación económica en marcha, su equipo se ha lanzado a otra recuperación, la de la imagen de Rajoy, poniendo en marcha una ofensiva que haga más cercano al jefe del Ejecutivo y líder del PP.
Detrás de la proyección amable de Rajoy está uno de los hombres que el martes comieron con él en esa cervecería cercana al Congreso de los Diputados: Jorge Moragas (Barcelona, 1965), su jefe de gabinete. En junio lo nombró jefe de campaña electoral.
Desde La Moncloa, coordina tanto la precampaña para las elecciones del 27 de septiembre en Cataluña como la de las generales de finales de año. Con la crisis económica atizando y la austeridad impuesta por su gobierno en los titulares de prensa, los tres veranos anteriores del presidente estuvieron marcados por la discreción.
Este verano ha sido distinto. Moragas ha sacado a su jefe a pasear, a dejarse ver y a dejarse fotografiar. Rajoy con vestimenta deportiva. Rajoy en el agua. Durante la campaña para las elecciones municipales y autonómicas de mayo, ya se subió a una bicicleta en Madrid.
Acompañado por su amigo el marido de la ministra de Fomento, Ana Pastor, este verano se lo ha visto paseando tanto en Pontevedra por la "Ruta da pedra e da agua", que la senda entre árboles y molinos de agua de su Galicia natal se ha convertido en uno de los puntos de atención mediática de las vacaciones.
Su baño en el río Umia fue portada de diario. Rajoy en estado puro o no. Pero en cualquier caso, Rajoy en persona, no a través de un plasma.