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Personaje de la Semana: Artur Mas, ex presidente de la Generalitat de Cataluña

Finalmente, el «mesías independentista» catalán dio un paso atrás y renunció a ser reelegido para evitar la repetición de comicios en la región y salvar el proceso soberanista.

El hombre que más cerca ha llevado a Cataluña de la independencia dio la semana pasada un paso atrás: Artur Mas anunció que no optará a la presidencia del Gobierno de la región del noreste de España tras no conseguir el apoyo necesario para ser investido.

El resultado de las elecciones catalanas del 27 de septiembre le dejaron en manos de la CUP, un partido secesionista pero también anticapitalista que más allá del deseo de secesión no comparte nada con la formación liberal de Mas, Convergència Democràtica.

El partido de extrema izquierda nunca vio con buenos ojos al político catalán. Insistió en no darle su apoyo para gobernar y pidió un candidato alternativo. Éste será Carles Puigdemont, actual alcalde de Gerona y rostro poco conocido a nivel nacional.

Tras más de tres meses de negociaciones y a solo unas horas del final del plazo legal para formar Gobierno en Cataluña, Mas tuvo que dar su brazo a torcer ante la presión de sectores independentistas, que veían peligrar el futuro del proceso secesionista si no se conseguía formar Gobierno y se repetían los comicios de septiembre.

"Esto es una retirada de un cargo directo. Yo no me retiro de la vida política, que quede claro", dijo hoy en rueda de prensa. "Estoy a disposición del Parlamento de Cataluña para lo que se me pida en el futuro, a disposición del futuro presidente y del nuevo Gobierno de Cataluña", añadió.

Mas se puso al frente del Gobierno catalán en 2010. Su trayectoria política ha sido "trepidante" y "sin un momento de tranquilidad", según la calificó hoy. Al frente de su partido, aplicó recortes frente a la crisis económica que le valieron de hecho el sobrenombre de "Artur Manostijeras". Fue la principal causa de rechazo de la CUP junto a los escándalos de corrupción en su partido.

Medios de Madrid lo bautizaron peyorativamente como el "mesías independentista". Llevó a Cataluña al punto más cercano de la independencia de lo que ha estado en cuatro décadas de democracia. Y su gran aspiración era encabezar el gobierno que intente proclamar la secesión contra las leyes españolas en un plazo máximo de año y medio.

El hombre que ha planteado la mayor amenaza a la unidad de España en sus casi 40 años no fue sin embargo siempre un independentista. Secesionismo, de hecho, era para Mas hasta hace unos años algo "anticuado, oxidado, frustrante e irresponsable".

El sitúa el punto de inflexión en junio de 2010, cuando el Tribunal Constitucional español echó abajo artículos clave del nuevo Estatuto de Autonomía -la ley básica de la región- que aumentaban competencias y reconocían a Cataluña como nación. "No me siento un salvador de este país, me siento un servidor", dijo al ser investido jefe del gobierno catalán en diciembre de ese año.

El azote de la crisis económica alimentó el independentismo, y Mas acabó agarrando las riendas de un proceso hacia la secesión en 2012, después de que el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, rechazara su petición de una financiación preferente para Cataluña.

Nacido en 1956 en una familia acomodada y educado en el Liceo francés, terminó Ciencias Económicas y Empresariales en Barcelona en 1974. Su educación le dio algo que escasea entre los políticos españoles: los idiomas. Además de catalán y castellano, domina el francés y el inglés. Entre sus aficiones está la historia de España y leer a poetas franceses como Baudelaire, Verlaine y Víctor Hugo.

Según cuentan compañeros de carrera, lo suyo fueron los estudios y los paseos en yate. La política no parecía importarle y rehuyó los avatares finales de la dictadura y de la transición democrática.

Recién licenciado trabajó en un grupo de producción de material logístico y después dirigió una sociedad de inversiones. No fue hasta casi los 30 años cuando se afilió a Convergència, un partido liberal que durante décadas no defendió la independencia.

Una vez en política, hizo carrera ascendente por sus dotes de tecnócrata: de concejal en el Ayuntamiento de Barcelona a los gobiernos de Jordi Pujol, ahora imputado por haber tenido en paraísos fiscales una fortuna sospechosa de proceder de comisiones ilegales durante sus 23 años al frente del Ejecutivo catalán.

Pujol lo eligió como delfín en 2001. Y aunque Mas se alejó en los últimos tiempos del ex presidente, sobre él ha planeado siempre la duda de cómo no supo nada de lo que hacía su mentor habiendo sido consejero de Economía y Finanzas y "conseller en cap", una especie de jefe de gobierno.

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