Fuera de su faceta como pontífice, uno de los aspectos más característicos del papa Francisco era su profunda pasión por el deporte, particularmente por el fútbol.
Es ampliamente conocido que Jorge Mario Bergoglio, nombre secular del papa, era un vehemente aficionado del Club Atlético San Lorenzo de Almagro y, en fechas recientes, se popularizaron las imágenes del rincón futbolero que colocó en el Museo del Vaticano.
Sumado a ello, en su autobiografía Esperanza, el papa Francisco compartió algunos detalles de cómo vivió el amor por el deporte en su juventud.
La posición en la que jugaba el papa Francisco y la lección que aprendió de ella
"Siempre me gustó jugar al fútbol, daba igual que no fuera muy bueno" es la frase con la que el papa Francisco. Su limitada habilidad para este deporte correspondía con lo que en Buenos Aires conocían como "pata dura".
Nunca fue uno más y siempre fue uno de los nuestros. Cuervo de niño y de hombre... Cuervo como sacerdote y Cardenal... Cuervo también como Papa...
— San Lorenzo (@SanLorenzo) April 21, 2025
Siempre transmitió su pasión por el Ciclón: cuando iba al Viejo Gasómetro para ver al equipo del 46, cuando confirmaba a Angelito… pic.twitter.com/nVc8fWC9wi
Comúnmente, el papa Francisco jugaba de portero y, según sus propias reflexiones, esta posición en el campo trae consigo un importante aprendizaje.
"Es una buena posición que le entrena a uno a encarar la realidad, a enfrentarse a los problemas; puede que no sepas de dónde viene exactamente la pelota, pero eso no importa, tienes que tratar de detenerla. Como en la vida".
La importancia social del deporte, según el papa Francisco
El papa Francisco escribió su propia biografía en un período indeterminado después de la pandemia por Covid-19 que tomó por sorpresa al mundo entero. Con el paso de los meses, varias actividades se trasladaron de los entornos físicos a los espacios digitales con la finalidad de mantener distanciadas a las personas.
"Vivimos en una época en la que es fácil aislarse, crear lazos virtuales a distancia. Teóricamente en contacto, pero solos en la práctica", apuntó el pontífice en su texto.
Teniendo esto en cuenta, el difunto obispo de Roma destacó que "el juego y el deporte son una gran oportunidad para aprender a dar lo mejor de nosotros mismos", en especial cuando se realiza en equipo.
Para el argentino, la gracia de jugar a la pelota "está en que se juega con los demás: pasar el balón, aprender a construir acciones, crecer como individuos y unirse como equipo... Entonces la pelota deja de ser un accesorio para convertirse en un instrumento, para invitar a las personas reales a compartir la verdadera amistad, a reunirse en un espacio concreto, a mirarse a la cara, a medirse para poner a prueba las propias habilidades".
BM.