Por más destructiva que fue la lumbre que bajó de las montañas de Los Ángeles y consumió barrios enteros de Altadena, de Pacific Palisades y de Malibú, el poderoso fuego no pudo con todo.
Faltan elementos para explicar cómo en medio de la vorágine de los incendios, sobrevivieron, con todo y su fragilidad, piezas simbólicas que en medio del desánimo que provoca ver todo destruido, permiten guardar un aliento de esperanza.
No todo fue arrasado por la ola ardiente. Y no sólo fue la imagen de la Virgen de Guadalupe la que sobrevivió a la hecatombe. Bastan algunos ejemplos, pero si uno escudriña entre los escombros, remueve las cenizas, camina por los perímetros de las casas desbaratadas, encuentra más.

Incendio de LA no acabó con todo
Por ejemplo, en Galloway Street, en el lujoso barrio de Pacific Palidases, en donde las mansiones de revista ahora son cenizas y cuyos pedazos de muebles se desmoronaron con un soplido, se erige un milagro para los bibliófilos.
En la banqueta, una pequeña casita, del tamaño de un buzón, con una puertita con ventana, sostenida sobre un poste de madera, pintada toda de colores pastel, que dice: “Little Free Library”, invita a la reflexión y al asombro.

La casita es una mini biblioteca. Tiene una puerta que se abre fácil para que cualquiera, niño, adulto, curioso, local o foráneo, tome el libro que guste leer.
“Take a book-share a book”, anima un letrero. Dentro, sobreviven 14 libros para niños y para adultos. Dan Simmons, Elena Ferrante y Jane Austen son algunos de los autores de esos libros, que bien podrían calificarse como 'milagrosos'.
Están intactos, todos juntos, de pie, pasta contra pasta, quizás un poco polvosos, pero vivos, si es que se les puede atribuir ánima a las obras literarias.
Casita queda rodeada de los destrozos
Lo que más sorprende es que la residencia de atrás y la vivienda de enfrente y casi todas las casas de esa calle y de la otra y de aquélla, y los árboles, y los letreros y los autos de los vecinos son ahora escombros humeantes, pedazos de yeso, hierros torcidos y muebles fundidos, achicharrados.
En medio de ese infierno, esa casa, sin duda frecuentada por niños, luce ahí, solitaria, sobreviviente, colorida.

Símbolos religiosos sobreviven al incendio
—¿Cómo pudo esa madera, esos libros, ese papel, esa fragilidad, sobrevivir al monstruo ardiente que se tragó barrios enteros?—, es la pregunta para reflexionar.
Más allá, el milagro católico de la Guadalupana lo compartieron figuras de otras cosmogonías.
Sentados en flor de loto, con los ojos cerrados y esa serenidad característica de su esencia, al menos dos budas de barro soportaron el fuego. Iconos del budismo, otra de las religiones más grandes del mundo, su expresión tradicional, de calma, contrasta con lo desgarrador que resulta ver tantas casas destruidas.
Uno de esos budas, en una casa de Altadena, ni siquiera se cayó del pedestal que forma el dintel de una chimenea hecha de ladrillos, donde fue colocado.

Algunas hojas le cayeron encima y polvo, ceniza y restos de la casa, pero ahí está, silencioso, meditabundo, entero, flanqueado por un conejo, también de barro, solidario, compañero, aliado.
El otro, luce sentado en lo que algún día fue la entrada de otra casa, en Pacific Palisades.
Anteriormente daba la bienvenida a las visitas, hoy, invita a guardar la calma, a ser resilientes, a renacer del desastre, a liberarse del sufrimiento.
En la cima de las colinas de Altadena, la figura de un Ganesh, una de las deidades más adoradas del hinduismo, también resiste en silencio en medio de la destrucción.

De barro negro, rodeado de pedazos de una mansión que presumía de tener una vista privilegiada del valle, quedó intacto, a pesar de que probablemente la casa que lo alojaba fue de las primeras en sucumbir ante la furia del incendio que destruyó los barrios de Altadena ubicados en las faldas de las montañas de Eaton, una reserva ecológica que hoy es devorada por el fuego.
Con cuerpo humano, cabeza de elefante y cuatro brazos en movimiento, Ganesh es uno de los dioses hindúes al que se le conoce por ser removedor de obstáculos, patrono de las artes, de las ciencias y señor de la abundancia. Y quizás, sobreviviente de desastres.
Así se ve Los Ángeles tras los incendios
▶️ Pese a los incendios que se han generado en días pasados en varios puntos de Los Ángeles, el milagro se ha hecho presente a través de distintas esculturas religiosas que, aunque estuvieron entre las llamas del siniestro, continúan intactas.
— Notivox (@Milenio) January 15, 2025
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A la lista de figuras religiosas se suman otros objetos, quizá menos simbólicos de origen, pero cargados de algo especial que los protegió del fuego de Altadena: un venado de barro, asustadizo, intacto, adorna la terraza de una casa deshecha por la lumbre, mientras que un Jaguar azul marino, estacionado en una calle que divide dos mansiones que quedaron en cenizas, luce apenas con un poco de polvo, pero libre de los efectos del calor.

A seis días de que iniciaron los incendios en Los Ángeles, dos son los más reacios a extinguirse: el de Palisade y el de Eaton, cuyo control apenas ronda el 14 por ciento y el 33%, respectivamente, según el Cuerpo de Bomberos. Expandiéndose en las montañas, siguen consumiendo vegetación, mientras los cuerpos de emergencia sobrevuelan, van y vienen para continuar dando la batalla.

RM