Revolucionario, disidente, preso político: la vida de Huber Matos describe bien los vaivenes de la revolución que llevó a Fidel Castro al poder en Cuba en 1959, celebrada primero como un hito en la historia de América Latina y rechazada después por muchos de sus viejos simpatizantes.
Matos fue uno de los líderes emblemáticos de la Revolución cubana. Desde las filas del ejército en el que se enroló como joven rebelde ascendió al grado de comandante, para caer luego en desgracia por su oposición a Fidel Castro y pasar dos décadas en prisión.
Tras su liberación se marchó a Miami, donde murió hoy a los 95 años convertido en uno de los líderes de la "vieja guardia" del anticastrismo. Hasta el final de sus días fue uno de los más férreos críticos del gobierno de los Castro.
"Yo no quiero más que volver a ser un maestro para las nuevas generaciones en una Cuba libre", es una de las frases que le atribuyen sus correligionarios en alusión a sus primeros años como profesor de escuela en el este de Cuba, antes de unirse a las revueltas contra Fulgencio Batista a partir de 1956.
Como "el último mambí" lo recordó también otro exiliado, el periodista Carlos Alberto Montaner, colocándolo al lado de los primeros combatientes de las guerras de independencia cubana en el siglo XIX. Un parangón, sin embargo, que no compartirá el castrismo en Cuba, donde el viejo revolucionario no será previsiblemente recordado con mención alguna en la prensa oficial.
Matos nació el 26 de noviembre de 1918 en Yara, en la actual provincia de Granma, en el este de la isla. De origen burgués como el propio Fidel Castro y propietario de cultivos de arroz en las montañas de la Sierra Maestra, en Santiago de Cuba, fue uno de los muchos jóvenes idealistas que pasaron a la lucha clandestina contra Batista en la década de los 50.
En 1957 se hizo un nombre con el envío de hombres y armas para la guerrilla liderada por Castro. Poco después tuvo que huir de las fuerzas batistianas a Costa Rica. En 1958 volvió a Cuba con un nuevo cargamento de armas en un avión y se incorporó al Ejército Rebelde.
Fidel Castro lo nombró comandante y le entregó el mando de una columna cerca a Santiago de Cuba. Después del triunfo de la revolución pasó a liderar los regimientos rebeldes en Camagüey, desde donde fueron fueron aflorando sus desencuentros con Castro.
Matos renunció al cargo en una carta en la que acusaba al nuevo gobierno por su giro hacia el comunismo. Castro respondió acusándolo de "sedición" y mandó el 21 de octubre de 1959 a Camilo Cienfuegos, otro de los históricos líderes de la revolución, a arrestar al antiguo rebelde que lo había acompañado en su entrada triunfal a La Habana.
La "traición" de Matos está hasta hoy relacionada con la misteriosa muerte del carismático Cienfuegos en un accidente de avión cuando volvía de Camagüey.
Matos fue condenado por un tribunal revolucionario a 20 años de cárcel. A su salida de prisión en 1959 se marchó al exilio en Estados Unidos tras una breve estancia en Costa Rica, país al que ahora volverán sus restos hasta que pueda hacer su "viaje de regreso a Cuba", según comunicó hoy el partido que fundó en el exilio, Cuba Independiente y Democrática (CID).
En sus memorias publicadas en 2002, "Cómo llegó la noche", el antiguo aliado de Fidel Castro narró su rompimiento con la revolución por la que combatió en su juventud y sus años de prisión. Sus últimas palabras antes de morir estuvieron dedicadas a la lucha contra el castrismo, según el comunicado emitido por su hijo y su nieto.