Hasta entonces se iba el gobernador Espinosa de La Laguna y naturalmente, se le hizo tremenda pachanga de despedida, el broche de oro le dicen.
Mucha gente se salió a las calles a ver un desfile de carros que se le organizó ex profeso.
Al vicecónsul de Inglaterra, Patricio A. O´Hea, se le ocurrió la ocurrencia muy celebrada, de disfrazar su propio automóvil como un tanque de guerra británico, sabrá Dios con qué, con papel de china, con cartón, quien sabe, pero se ganó un premio.[OBJECT]
Y tal vez para que no extrañara Saltillo, hasta le contrataron un brujo para que hiciera llover, por que llovió. Así como se iba a querer ir el gobernador. De aquí se pasó a San Pedro.
Por primera ocasión en el índice de La Opinión aparecía un nombre de mujer. Era María de Jesús Sáenz que fungía como administradora de nuestro diario.
Vicente Rosales y Rosales escribió "El gatito de mi novia". Algo se traen los hombres con las mujeres que gustan de los mininos.
En su poema, decía que no quería a los gatos porque ella le dijo que quería a su gatito negro tanto como a él. Y se enojó de celos. Por eso una quiere más a los gatos.
Allá por la guerra, los ingleses presumían bastante los logros de su ejército, que sacó a los turcos de Macedonia, Palestina y hasta a unos que andaban ahí por Francia. El río Jordán se tiñó de sangre por enésima ocasión.
Y al respecto, se comentaba que en el intercambio de notas diplomáticas, los teutones se habían negado rotundamente a cualquier firma de paz o cosa parecida.
El káiser Guillermo II se aventó un discurso en el que según esto, aunque es de dudar mucho que lo haya dicho, comentó que los gringos tenían tropas impresionantes y que por eso les habían arrebatado la región de Alsacia.
Torreón a través del presidente municipal Celso Castro, daba a conocer cómo iba a ser el manejo de divisas extranjeras, pero nada más las de oro, todas en centavos mexicanos.[OBJECT]
El marco se pagaba a 47, la corona austríaca a 40, la peseta a 38, casi todo bien barato, solo el dólar costaba 2 pesos y la libra esterlina 9.88.
A Jesús Briones se le acusó de haber cometido varios fraudes en la región lagunera y pues el palomito cayó en la capital del país, porque aquí se les fugó a los policías, que como que estaban medio torpes, siempre se les evadían todos.
Calificado como "caballero de industrias", la noticia invitaba a los afectados por sus artimañas, a ponerse muy contentas porque se les haría justicia.
JFR
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