Aunque como quien dice las ratas habían visitado hacía poco la casa de la Guadalupana en Torreón, eso no fue impedimento para que se le celebrara como era justo y necesario. Esperábase gran animación.
Nicasio R. del Castillo era el sacerdote de este templo y ya estaban listas organizaciones religiosas integradas por distinguidas damiselas de la sociedad, para la fiesta.
Todavía andaban los candidatos a las presidencias municipales batallando por las elecciones. Y otra vez fueron a dar hasta Saltillo, para que el gobernador y la cámara se dieran cuenta de que el que había ganado, o sea Guerra, pues había ganado, pero los aptos para gobernar eran ellos.[OBJECT]
Y los que se portaban como auténticos desgraciados eran los del partido zaragoziano, que atacaron a Amado R. Vicario, director del diario Torreón Gráfico. Verbalmente lo atacaron, pero como perdularios. El pobre fue a la policía y le dijeron que no podían citar a los finos zaragozianos.
Llegaban noticias de que las elecciones en Lerdo no estuvieron mañoseadas. Resultó triunfante el licenciado Pimentel, como lo auguraban todas las señales. A diferencia de otros municipios laguneros, ahí las autoridades municipales si se portaron bien, no que a estas fechas.
El general Castro se comprometió ante las cámaras de comercio a dar ayuda para la construcción de la carretera entre Gómez y Lerdo, por que su corazón lagunero quería ver progreso en su tierra.
Por cierto que la campaña militar que la federación tenía en el norte del país, llevaba saldo trágico, pues los combates en la sierra de Chihuahua dejaban docenas de cadáveres de soldados pro gobierno.
En los Laredos de México y EU, tuvo lugar el importante Congreso Panamericano de Trabajadores, donde se tomaron resoluciones trascendentes, tanto que se tenían que discutir en las firmas de la paz por parte de las potencias en Versalles. Por ejemplo el establecimiento de jornadas laborales de ocho horas.
El mundo ya tenía fiesta por la paz mundial. Se proyectaba la construcción de monumentos por todos lados, y algunas de las pachangas querían que coincidieran con las fiestas navideñas, que hay que decirlo, eran muy solemnes, y las de año nuevo, un poco más mundanas.
Sin embargo los vecinos del norte se preparaban para seguir fabricando los cañones que tan buenos resultados les dieron, y armar sus costas. Un planteamiento de los tratados de paz, consistía en que los ejércitos no deberían ser numerosos.
dcr