Monterrey /
El no saber si sus parientes presos habían sobrevivido tras la masacre en el reclusorio llevó a la desesperación a los familiares, quienes intentaban a toda costa ingresar al centro penitenciario con la intención de tener noticias de los internos. La incertidumbre llegó a su límite al grado de desbordar la ira de quienes esperaban a las afueras. Llanto, gritos, empujones y golpes hacia las autoridades fueron el común denominador durante las primeras horas de ayer, cuando la información corría a cuentagotas, situación que prolongó por más tiempo la ansiedad entre una multitud que estalló de impotencia.