Desde hace 40 años el río La Silla en el Parque La Pastora era un punto de reunión para familias y amigos, un lugar al que la gente iba a convivir con la naturaleza, a refrescarse del calor o a pescar algún langostino, tilapia o sardina.
Ahora, es uno de los pocos ríos vivos que quedan en Nuevo León –aunque a decir de los vecinos es más bien un río que sobrevive– y ya no queda rastro de lo que alguna vez fue.
En un recorrido de Notivox Monterrey por la zona, los vecinos recuerdan con nostalgia, ahora lo único que se alcanza a ver en el paraje son bancos de peces muertos y agua turbia.
Isabel Olvera, residente del sector, observaba la escena desde lejos sin permitir que sus dos pequeños introduzcan sus maños al río y agregando que “el agua nunca está así turbia, siempre está transparente”.
Otro de los vecinos, Luis Armando Torres, también integrante de la Asamblea Socio Ambiental, reconoció que con el paso de los años el crecimiento de la huella demográfica y el impacto de las actividades humanas han influido en la degradación del río.
Sin embargo, consideró que la construcción del Estadio BBVA Bancomer, las descargas ilegales de industrias a los ríos o la reciente fuga de aguas residuales de Agua y Drenaje de Monterrey son las principales causas de los daños.
Esta imagen se replica en todos los ríos de Nuevo León: quienes habitan cerca del río Pesquería denuncian enfermedades respiratorias, de la piel e incluso malformaciones genéticas; en el Arroyo Seco, en Monterrey, también se encontraron en días pasados bancos de peces muertos, al igual que en Montemorelos en el río Canoas.