La tarde del sábado 31 de octubre siete perros callejeros murieron envenenados en la colonia Villas Colibrí, durante casi 48 horas permanecieron tirados en la vía pública, sin que las autoridades acudieran a recogerlos para canalizarlos adecuadamente.
Alrededor de las 14:00 horas del sábado, una persona todavía no identificada pasó por las calles Calandria y Gorrión de la colonia Villas Colibrí, ubicada en el lado sur de Chilpancingo y depositó en el suelo pellejos de pollo envenenados.
Alrededor de las 15:00, los vecinos se percataron de que por lo menos seis perros en condición de calle, más otro con propietario pero que se encontraba fuera de su casa comenzaron a convulsionar.
José Luis González, presidente del comité de desarrollo de la colonia refiere que en los siete primeros casos, cuando los vecinos se dieron cuenta del envenenamientos los animalitos ya estaban agonizando, no pudieron hacer mucho por ellos.
Alejandrino González, vecino del asentamiento humano alcanzó a salvar tres ejemplares, se trata de dos hembras; La Mocha y La Flaca, además de El Pitañas, perros que un día fueron abandonadas en la calle, pero que los habitantes del fraccionamiento les proporcionan alimento y no pocas veces los bañan, porque tienen contacto con los niños y no son agresivos.
Aunque han platicado sobre las razones del ataque, los habitantes de la colonia no se aventuran a emitir un juicio, solo reconocen que por las noches, la presencia de dichos animales representaba una forma de alertarse ante la proximidad de personas extrañas.
Las tres mascotas que sobrevivieron al envenenamiento aún están delicadas, Alejandrino González explicó que para revertir el daño tuvo que hacerles tragar agua de limón con leche, lo que afortunadamente funcionó y evitó que murieran.
Las autoridades no acudieron
Aunque avisaron a Servicios Públicos Municipales sobre la presencia de siete perros muertos en la vía pública del fraccionamiento Villas Colibrí, los trabajadores de dicha dependencia nunca llegaron, pese a que en diferentes llamadas telefónicas respondieron que ya iban en camino.
Los perros permanecieron tirados la tarde-noche del sábado 31 de octubre, toda la jornada del domingo 1 de noviembre y para la mañana del lunes 2 los vecinos decidieron retirarlos por sus propios medios.
Pidieron a recolectores de basura independientes que se los llevaran, estos de mala gana aceptaron -previo cobro de 200 pesos por cada ejemplar- y los trasladaron al relleno sanitario de la ciudad.
Magdalena Esparza Gervasio, integrante de la Red de Organizaciones Protectoras de Animales señaló que además de Servicios Públicos, en el hecho incurrieron en omisiones delicadas la dirección de Salud Municipal y la Procuraduría de Protección Ecológica del Estado de Guerrero (PROPEG).
Lo anterior, porque de acuerdo a la Ley de Bienestar Animal, la muerte provocada por envenenamiento para cualquier especie ya es sancionable en la entidad, razón por la que cada animal debió ser llevado a instalaciones en las que se les pudiera practicar la necropsia correspondiente.
A la PROPEG y Salud Municipal dijo que les corresponde ubicar los restos de los perros y sepultarlos, para evitar que se conviertan en un foco de infección.
Recordó que en Guerrero existe la Ley de Bienestar Animal, sin embargo la misma es inoperante, porque se aprobó el 26 de diciembre de 2014, cuando el Congreso local ya había aprobado el presupuesto de egresos y en consecuencia, no reservaron un solo peso para financiar acciones en defensa de los animales.