El papa Francisco pidió a los mexicanos ser embajadores de la virgen María, así como lo fue Juan Diego, y rezó para que México busque el progreso por medio de la justicia y la paz.
Durante la misa que ofreció en la Basílica de Guadalupe, el Papa comentó que la Virgen quiere que los mexicanos sean sus embajadores para acompañar tantas vidas, consolar tantas lágrimas, caminando las calles del propio vecindario, comunidad y parroquias.
“Sé mi embajador, nos dice, dando de comer al hambriento, de beber al sediento, da lugar al necesitado, viste al desnudo y visita al enfermo. Socorre al que está preso, perdona al que te lastimó, consuela al que está triste, ten paciencia con los demás y, especialmente, pide y ruega a nuestro Dios”, señaló el Papa.
Desde el altar mayor de la Basílica, el Papa recordó que en el amanecer de diciembre de 1531, cuando se produjo la primera aparición de la Virgen, se despertó la esperanza en Juan Diego y en todo su pueblo.
"En ese amanecer, Dios se acercó y se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos."
El Papa comentó que “la virgen María quiso visitar a los habitantes de esta tierra de América, caminó al Tepeyac para servir a esta gran nación”.
“María acompaña la gestación de esta bendita tierra mexicana, así como se le hizo presente a Juan Diego se sigue haciendo presente a todos nosotros”, dijo.
El papa Francisco rezó para que México profundice su fe y busque el progreso por medio de la justicia y la paz.
“Padre de misericordia que has puesto a este pueblo tuyo bajo la protección de la Virgen de Guadalupe, concédenos profundizar en nuestra fe y buscar el progreso de nuestra patria, por el caminos de justicia y de paz”, oró el Papa.
El Papa presidió la misa acompañado por sacerdotes y obispos mexicanos; así como con la presencia del presidente Enrique Peña Nieto y su familia, el ex presidente Felipe Calderón y otros funcionarios.
El Cardenal Norberto Rivera agradeció al papa Francisco su visita a México: “gracias por abrir la puerta de la esperanza y por no cansarse en seguir llamándonos a esta misericordia de Dios. Su palabra y su vida son testimonios que brotan desde su corazón lleno de fe”.
