Para mantener el trabajo sin pérdidas, Elías Gallegos dice que jamás debe descuidar su cadena productiva en los hornos ladrilleros.
Asegura que para sostener la venta de ladrillos, debe trasladarse en su bicicleta a las 7:00 de la mañana y pedalear más de 40 minutos, hacia el ejido Morelos, donde fueron reubicados.
“Aquí no hay diversión, trabajamos lo domingos pa’que no se vaya abajo el negocio, si falla un día o dos hay pérdidas. Aquí no hay horario, es a destajo, puede empezar a la una o dos de la tarde. Otras personas más tarde pero los quemadores se quedan trabajando toda la noche”, explicó.
Comentaron que si se enferman, no hay seguridad social para enfrentar la contingencia y que las intensas temperaturas de la región y del propio horno cocedor propician constantes golpes de calor y artritis, añadiendo que las emisiones de humo comprometen sus pulmones.
“Muchos se enferman y no hay ayuda. Aquí siempre hemos trabajado y no nos han ayudado. Muchas personas han muerto porque están arriba echándole el combustible al obrador, prendiendo la lumbre con cirre y llantas nomás pa' encandilar, y pa' que agarre vuelo, nomás tantito, ese es el modo”.
Elías tiene su propio obrador y lo trabaja con su hermano Adrián Gallegos y José Luis Gómez. Platicó que desde chico, no le gustó estudiar y encontró fácil, lo que se ha convertido en un trabajo altamente demandante que está sujeto a la especulación del mercado.
Explicó que la venta está secuestrada por el "coyotaje" sin que la autoridad actúe para regular el mercado.
“Pos nomás estamos amarradotes, no tenemos lonjas ni nada. Sí estamos macizos pero es por el ejercicio que hacemos. Aquí tenemos prohibido enfermarnos. Venimos desde el centro de Matamoros en bicicleta todos los días… son como 8 kilómetros. Me aviento 40 minutos, eso es todos los días aunque nos echen el carro a las 7:00 de la mañana”.
A PESO EL LADRILLO
Desde el año 1903, en el municipio se comenzó con la producción de ladrillo... un trabajo aparentemente simple de carácter artesanal donde se mezclan dos tipos de tierra con ceniza y agua.
Tras el amasijo de barro, comienzan a llenar moldes y acomodar los adobes en el suelo, el calor es sofocante y pronto toman consistencia para alimentar el horno.
Los obreros más fuertes pueden hacer como mínimo mil ladrillos por día, lo que equivale a 500 agachadas, que tarde o temprano repercuten en el dolor de espalda.
“Yo soy malito pa' hacer. Yo me aviento 500 diarios, pero los que son buenos se avientan 700, 800 o hasta el mil porque están más jóvenes que uno, ellos tienen más energía y aguantan más. Yo tengo 63 años y este es mi trabajo diario, mi rutina, porque esa es la ley de trabajar y sacar para sostener a la familia”, argumentó Elías.
Con 45 años trabajando en las ladrilleras, Gallegos asegura que a su edad ya nadie lo contrataría.
Los compradores sin embargo llegan con frecuencia, de las rancherías cercanas o de Torreón, San Pedro e incluso de Gómez Palacio, pero no se trata de empleados de constructoras, sino de independientes o "coyotes" que aprovechan el panorama de desastre e imponen el precio.
En el ejido Morelos, sitio donde fueron reubicados los ladrilleros, hay al menos 120 obreros, todos trabajando al mismo tiempo en diferentes fases de producción.
El dueño que tiene más posibilidades se contrata tres o cuatro chalanes. Los que no pueden hacerlo meten a la familia al negocio, porque para activar el horno deben estar listos 12 mil adobones, es decir, haber trabajado cuando menos 20 días seguidos.
“Lo están comprando bien barato: a peso el ladrillo, porque no nos los quieren comprar a más”.
Agrega que quien tiene la posibilidad de llevárselo y venderlo en otro lado, lo hace, el que no, está a expensas del precio que se impone, mientras que por internet el ladrillón de 6 por 12 y de 25 centímetros, se vende en 2.9 pesos, en oferta.
¿POR QUÉ NO SE ORGANIZAN?
Es la gran pregunta. Él responde sin más:
“Porque hay unos más abajo y otros más arriba y al que esté más arriba no le conviene. Casi no nos queda nada pero con la feriecita volvemos a empezar otra vez. El presidente, Horacio Piña, nos prometió muchas cosas y no nos ha cumplido. Que nos iba a ayudar a pagar bien el ladrillo, acomodándolo en las constructoras que hay y no sé, ha hecho nada. No se ha visto nada, pa' que le vamos a mentir”, finalizó.