Dalila Ulloa es una excelente cocinera y aprendió el arte de dar masajes terapéuticos a partir de que su hija los necesitó. Ella tiene 50 años y su hija 31 y aunque en su nacimiento todo fue aparentemente normal, conforme pasaron los primeros años de vida, a Lashmit le fue diagnosticado autismo, condición con la cual no nació en realidad.
Cuando la niña comenzó a perder la movilidad de los brazos y la coordinación motriz general, Dalila buscó apoyo médico para su hija, recibiendo un diagnóstico definitivo en Ciudad Juárez, Chihuahua. Lashmit nació con Síndrome de Rett, trastorno del desarrollo neurológico que mayoritariamente sufren las mujeres y que, conforme avanza, desencadena dificultad para caminar, convulsiones y retraso mental.
El segundo apellido de Dalila es Guerrero y su historia ha sido una imparable lucha para poder otorgarle a su hija la mejor calidad de vida desde que comenzó su deterioro y más aún hoy que debe alimentarla con biberón, bañarla y cambiarle pañales.
“Estamos bien, mi hija está estable a pesar de que vive una discapacidad, tiene algo que llaman Síndrome de Rett, algo que le da a puras mujeres y es degenerativo. Con el tiempo genera parálisis cerebral, pero a ella le dieron diagnóstico de autismo cuando tenía dos años y medio”, explica.
Dalila recuerda que fue a los 13 años cuando su niña comenzó a perder sus capacidades. Y fue entonces que decidió ir hasta El Paso, Texas, para buscar ayuda porque a los 10 años Lashmit ya no caminaba con normalidad y tenía que asirse a su mano para poder avanzar. Y aunque hubo un momento en que aparentemente se estabilizó, el Rett avanzó. Con un diagnóstico en la frontera, al menos dejó de atormentarse ante lo que consideraba no podía explicarse.
“Ahorita mantengo mi trabajo en casa porque desde siempre me consagré a mis dos hijas aunque una de ellas se casó e hizo su vida. Lo del coronavirus no me da miedo porque yo ya estoy acostumbrada a trabajar en casa, aunque sí ha bajado mucho mi trabajo haciendo buffets para fiestas infantiles, y como masajista”.
La hija que no vive con ella ha sido un soporte y se encarga de pagar algunos servicios como la luz y la televisión de paga, y aunque Dalila le dijo que éste último no era necesario, ella le recordó que casi siempre se encuentra en casa cuidando de su hermana.
Esta cuaresma y buscando diversificar lo que desarrolla como trabajo en casa, realizó platillos de de temporada entregándolos a domicilio a partir de dos compras.
Sin embargo, enciona que su automóvil se encuentra averiado y no puede mantenerse mucho tiempo así porque aunque es viejo y debe llevar a su hija a chequeos médicos porque de salidas de esparcimiento, hace dos años que perdió el impulso y ahora cada vez que salen, aunque sea a comprar algo a la tiendita, se agita y se pone a gritar.
Dalila ha vendido perfumes. También le han pedido hacer la limpieza de algunas casas. Y ella lo hace con gusto pensando que debe comprar pañales, medicamentos y alimentos ricos en vitaminas y nutrientes que pueda procesar para su hija en licuados.
En cuanto a los masajes, Dalila se anuncia en algunos diarios. Y cada vez que llama un hombre, porque mayoritariamente son ellos que piden este tipo de servicios, ella debe aclarar que se trata de un espacio profesional donde se encarga de contracturas simplemente. Es por eso que muchos hombres llaman pero asegura, muy pocos llegan a su mesa de trabajo,
“Yo no pido que me den. Pido trabajo. Si alguien está interesado en mi comida, o en recibir un masaje, con gusto es bienvenido a mi casa. Por un masaje relajante cobro 300 pesos y por uno con acupuntura 400; yo aprendí de fisioterapias por mi hija, porque estos tratamientos son costosos y llegó un momento en que no podía pagarlos. La cocina y la terapia son mis pasiones y espero un día poder comprar una máquina de radiofrecuencia”.
Dalila no pide, pero ella necesita ayuda para comprar pañales, toallitas húmedas, medicamentos. Y también almendras, arándanos, fruta para hacer licuados, pescado y pollo para las comidas de su hija.
Este es el número celular de Dalila: 871 463 1898. Y aunque nos permitió publicarlo para aquellas personas interesadas en recibir un masaje o comprar los alimentos que prepara, éste también podría servir para coincidir con ella y apoyarla en un tiempo en que un virus a la mayoría la mantiene en casa, en tanto que ella ya tiene una vida encerrada para cuidar de su hija.
EGO