Doña Mayela Hernández es la sexta de diez hijos. Fue maestra de jardín de niños, una profesión que eligió por que adora el trato con los pequeños. A sus 59 está jubilada.
Es mamá de Bárbara Gutiérrez, rescatista y fundadora del 'Albergue Ladridos con Alas'.
Generosa y amable, aunque con una gripa que no la deja, platica sobre su vida, su trabajo y sobre todo su gran adoración, su única hija Bárbara.
"Siempre fui directora en kínder y trataba de que todas las maestras tuviéramos un trato humano con los niños. A veces iban los papás maltratándolos ahí por la calle y nada más llegaban y nos los aventaban", platica.
A los castigados que le llevaban a la dirección, les daba dulces, o los ponía a hacer ejercicio, ante la duda de saber cómo podrían ir los menores a clases, y por eso era importante tratarlos como a ellas les gustaría que trataran a sus propios hijos.[OBJECT]
Son difíciles las condiciones de vida de muchos lugares. Los docentes son los que se percatan casi siempre de como les afecta a sus alumnos, la problemática en la casa, desde lo económico, de divorcio, de falta de comida.
Así que a Bárbara se le inculcó la generosidad, pues nació en una casa en la que fue muy querida. "Es una guerrera mi hija", comenta doña Maye.
El ejemplo de lucha también lo obtuvo de su papá y aunque los padres de Bárbara están separados, los tres tienen una excelente relación.
"Veo a mi hija y es una realización como persona que a veces me sorprende bastante. Hay mucha coincidencia en lo que siente, en lo que piensa y lo que realiza. Ella lo lleva de corazón. Tenía cuatro años y los amiguitos de la cuadra le llevaban sus mascotas enfermas, mi hija nada más los veía y ya hasta salía el perrito caminando".
Bárbara tiene el don de ayudar a los animalitos. “Ella nos enseñó a ser padres y nos sigue enseñando”, dice la señora Maye.
Y no solo eso, pues incluso a ella no le gustaban ni los perros ni los gatos, pero a estas alturas, ya aprendió a quererlos. Tiene en su casa dos perritos que fueron rescatados por Bárbara.
Recuerda esta ex maestra, con unos sentimientos encontrados, haber dado cinco manazos a su hija y que siempre acababan llorando las dos, por que eso no les gustaba desde luego.
Bárbara se casó el pasado mes de septiembre con Héctor, quien comparte con ella esa pasión por el rescate de los animales. “Nos ha regalado un hijo que siempre quise tener, es muy buena persona y apenas se encontraron”.
Existe una gran admiración de madre a hija. La joven nunca se ha detenido por ayudar a un ser en peligro. Ha rescatado lechuzas y hasta gatos monteses, además de perritos y gatitos.
“Las lechuzas aquí crecieron y estaban en una recámara y ni la quería abrir porque les tenía miedo. El gato montés lo trajo en una jaula, lo dejó en un baño y le decía yo que se iba a salir y me iba a comer, ni podía dormir, el gato venía enfermo y logró curarlo”.
La compasión que doña Mayela tiene con los niños, se refleja en la compasión que Bárbara tiene por los desvalidos animales abandonados, que son encontrados muchas veces en condiciones infames, al borde de la muerte y aún sin mayores esperanzas, el esfuerzo se hace para que sobrevivan y puedan ser adoptados por alguien que sí los quiera.
Mayela es compartida. Todavía de vez en cuando cubre interinatos en los jardines de niños, los extraña. Pero también se ha dedicado a su independencia, afirma que le encanta salir de viaje y que es “bien vaga”, muy merecido por años de labor y entrega.
“Me gusta mucho la vida. Mi papá nos inculcó el ser amorosos, valorar, trabajar”. Y como buena maestra, quería que Bárbara también fuera maestra de kínder, pero la joven no le agarró gusto.
Ahora Bárbara y su esposo estudian veterinaria en la Narro. Con mucho orgullo, la señora Mayela enseña los diplomas que su hija ha recibido de diversos organismos, publicaciones en diarios, muestra fotos del álbum familiar y recuerdos de su propia infancia.
Comenta que su padre fue comerciante en La Alianza. Que alguna vez se le antojó una de aquellas grabadoras grandotas y el buen padre de familia le decía que fuera a trabajar a su almacén y le pagaba para que juntara para comprarla.[OBJECT]
Además de la forma de ser de su propia mamá, que tuvo que criar a diez hijos en medio de las dificultades, "yo fui la rebeldilla de la casa".
Tiene la suerte de que su mamá siga viva y a sus 85 años, se llevan de maravilla. Una herencia de lucha. También Bárbara es así, ya que aún con la falta de recursos, nunca duda en hacer un rescate animal.
Pide apoyos, hacen eventos y además, tienen el Albergue en el cual brindan servicios de veterinaria y venden artículos diversos para ir solventando gastos.
"Ahorita las mujeres si nos realizamos como mujeres, nuestras mamás vivían con todos los hijos, frustraciones y situaciones difíciles.
Tenemos más independencia y libertad para decidir. Yo de ser mujer, me siento muy bien de poder lograr las cosas sin un hombre. Claro, por ejemplo el padre de mi hija me dio el mejor regalo de mi vida: Bárbara".
Pero afirma que todas podemos salir adelante, con un respeto de alma y cuerpo, que en uno mismo está el no caer en tentaciones y que es importante alcanzar la paz espiritual, también a través de ayudar a los demás en lo que podamos.