Cerca de caer la tarde, el Jesús de la colonia Independencia había fallecido en la cruz junto a los ladrones Dimas y Gestas.
En la explanada de la Basílica de Guadalupe el silencio era completo entre los miles de espectadores que acudieron a presenciar el tradicional Vía Crucis de la colonia Independencia, próximo a cumplir 50 años de representarse.
Como en otros años, la representación inició a las 17:00 con un marco de nubes cerradas, presagiando una buena noche de lluvia.
Si en algo ha cambiado el recorrido por las 14 estaciones de Jesús es que ya no se sube hasta el parque conocido como “el tanque” –hoy ocupado por el Centro Comunitario Bicentenario- pues ahora sólo se recorren las calles vecinas a la Basílica.
También ha cambiado la forma en que los vecinos y visitantes viven el Vía Crucis, pues ahora hasta los más niños cuentan con un celular inteligente o una tableta, con la que toman fotografías y videos de alta calidad.
Para esta edición, la representación de los últimos días de Jesús contó con casi un centenar de participantes, entre actores y personal de organización, además de vestuaristas, escenógrafos y maquillistas.
El recorrido
La explanada de la Basílica estaba prácticamente llena para las 17:00. Muchos niños y jóvenes presenciaban, como podían, el juicio al que era conducido Jesús –en este caso representado por Luis Alberto López Escalón- por parte de los fariseos.
Ya fuera en las escaleras o sobre las cajuelas de las camionetas, todos buscaban un hueco para ver cómo los centuriones romanos flagelaban a Jesús antes de colocarle el manto púrpura y la corona de espinas.
Con la cruz a su espalda, el joven Luis Alberto inició el recorrido por la calle Libertad siendo escoltado por los gladiadores modernos de la Policía Municipal y elementos de la Fuerza Civil.
“¿Por qué le pegan?”, preguntaba un niño sobre los hombros del padre. Éste simplemente le respondió “porque son malos”.
La caminata prosiguió por la calle Jalisco, la cual lucía llena por las banquetas hasta la altura de Nueva Independencia, es decir, tres calles arriba de la Basílica.
Desde azoteas y terrazas, ya sea comiendo unas tostadas con salsa o tomando una cerveza, todos los vecinos salían para seguir los pasos del nazareno.
“¿Te acuerdas que antes era todo en silencio, no había tanto escándalo?”, le preguntaba una señora a otra, sentadas afuera de su casa.
Al final, llovió
El Jesús de la Independencia pasó por todas las estaciones previas a la crucifixión descritas por los evangelios. Ahí salió el hombre que lo carga a él y a la cruz así como la Verónica que le limpia el rostro. Todos conocen las escenas, pero nadie se las pierde.
“¿Dónde están las ‘Verónicas’ de hoy, quién les limpia los rostros a los enfermos?”, cantaba un grupo de mujeres al frente de la procesión.
Después de casi una hora de recorrido, soportando los latigazos y el peso de la cruz, Jesús llegó de nuevo a la explanada de la Basílica tras peregrinas por las calles Nueva Independencia, Zacatecas y de nuevo por Libertad.
Aunque el nazareno de la colonia Independencia era quien lucía los más violentos golpes, pues en su espalda y hombro lucía tremendos moretones- fue una niña la que también recibió la violencia del Vía Crucis.
Esto sucedió cuando el mecate utilizado para delimitar el paso de la peregrinación y el público se reventó, golpeando a la pequeña en sus piernas.
“Fue en amor a Cristo”, terminó por decir escuetamente el responsable de la vigilancia.
Si bien durante todo el recorrido hubo música, bullicio y cantos, ya durante el proceso de crucifixión de Jesús junto a los dos ladrones el silencio inundó por completo a la colonia.
Esta pausa sólo se rompió cuando el joven Luis Alberto, ya en lo alto de la cruz y sin aliento, alcanzó a gritar: “¡Padre, estoy en tus manos!” para después fallecer en punto de las 18:22.
A partir de este momento, la lluvia empezó a caer con mayor fuerza sobre la Basílica.