Se llamaban teléfonos públicos, la transacción era depositar monedas a cambio de tiempo aire; estos aparatos se usaban para acercar distancias y poder enterar a familiares o amigos de alguna noticia o información importante o simplemente para decir un "te extraño" o un "te amo" al padre, hijo o esposo que se había ido a trabajar al otro lado del charco. Estos serán retirados de las calles de Lerdo, y pasarán a ser basura.
Fue hace algunos días cuando estos armatostes recibieron el "tiro de gracia" cuando una brigada de trabajadores llegó hasta la esquina de Hidalgo y Francisco Sarabia, ahí a unos metros de Presidencia Municipal, y comenzó el retiro casi inmediato de unos 20 equipos similares llamados teléfonos públicos, la mitad de los que hace 10 años la empresa concesionaria había instalado en el Centro Histórico de Lerdo.
La brigada llegó desde temprana hora y comenzó con el retiro de este primer teléfono público que quedó, como muchos, obsoleto ante el acceso cada vez más a disposición de la población, pues hoy en día un 76.6% de los habitantes del estado de Durango, tiene acceso a un teléfono celular según la última encuesta del 2020, dando la "puntilla" al negocio de los teléfonos públicos.
Uno de los trabajadores de esta brigada es la empresa llamada Comunicación Internacional, S. A. Anuncio que de aquí se irían a Torreón a hacer lo mismo, llamando la atención la manera tan rápido en que estos retiraban los equipos de telefonía, cuando si fuese sido estudiado el esquema de ensamble y de desmantelado, pues mientras uno cortaba cables, el otro retiraba pernos y en tanto su pareja quitaba el equipo y el monedero, y así sucesivamente hasta no dejar huella alguna.
¿Cuánto costaba?
La "oferta" del servicio de telefonía era el depósito de 4 pesos por 3 minutos, suficientes entonces hace 8 a 10 años para comunicarse con el pariente lejano que se fue a los Estados Unidos y saber o preguntarle por los suyos.
Cuando operaban, esto también generaba empleo, pues una persona era contratada por la empresa para ir a limpiar las superficies del equipo de telefonía y dejarlo en condiciones óptimas de limpieza a manera que sus clientes o usuarios, no tuvieran inconvenientes en su uso.
Lo mismo del polvo, tierra o dulce que los usuarios dejaban en sus botones, que en la rehabilitación de una parte de ellos por el vandalismo que muchos padecían. De esta forma, la empresa representante hacia lo suyo, para brindar atracción y atraer a sus clientes usuarios.
Hoy, todo eso quedó en el pasado, porque 8 de cada 20 duranguenses y lerdenses porta un teléfono celular según el INEGI, hasta los más pequeños, lo que obviamente trajo consigo un desplazamiento y desinterés por estos equipos de telefonía que habrán de pasar a la historia y quizá a un museo de la comunicación si bien les va.
aarp