El centro de salud Tetlán Río Verde se cae a pedazos. Es uno de los 583 unidades médicas que la Secretaría de Salud Jalisco (SSJ) tiene en todo el estado para dar consulta de primer nivel, y aunque no se encuentra en los rincones más alejados de la geografía jalisciense, sino a tan sólo unos metros del Periférico Manuel Gómez Morín, es ignorado como el que más de la sierra huichola. Hace cinco años que no se la da mantenimiento. Las paredes descarapeladas, los pisos rotos, la humedad carcomiendo el techo, por donde en tiempo de aguas se mete la lluvia, evidencias el descuido del inmueble. Es sólo una estampa de lo que se repite en al menos un centenar de centros que esperan una remodelación prometida por la propia dependencia. No está en la lista éste.
En el de Tetlán Río Verde, un gran distribuidor sirve de sala de espera para pasar a consulta y, desde hace algunos meses, también de bodega de refrigeradores descompuestos "porque la Secretaría ya no quiso pagar la bodega donde tenía muebles viejos y nuevos", explican los empleados. La sala de espera está en penumbras "porque la Secretaría tampoco ha arreglado las instalaciones eléctricas". Fue un paciente, quien colocó unas lámparas para que al menos los consultorios sí tuvieran luz. En agradecimiento, los médicos se cooperaron con cien pesos 'para su refresco'.
"No funcionan los baños para el público, tanto el de mujeres como el de hombres; cuando llueve son cascadas las que se hacen en las paredes... el piso y el techo se están cayendo y han venido varias veces de la Región Sanitaria XIII, que es a la que pertenecemos. Levantan un registro, pero siguen sin hacernos caso... No sé qué está pasando, pero sí sé que cuando hay voluntad política las cosas se pueden arreglar. Es un centro de salud que tenemos gente, tenemos grupos, tenemos programas y los periódicos murales actualizados", describió Miguel Pérez Nuño, médico con 23 años de labor en la SSJ.
El entrevistado asegura que nunca había sido tan grave la crisis de desabasto y abandono de los centros de salud, que comenzó en el sexenio de Emilio González Márquez, pero ha empeorado en éste de Aristóteles Sandoval para su sorpresa.
Los pacientes esperan su turno en sillas con el tapiz roto, desvencijadas. Una hilera es sostenida por una piedra. Incomodidades que pasan por alto los que llegan en busca de alivio para la fiebre, la tos, el dolor de estómago o porque les sube la presión arterial o tienen una crisis de diabetes. Entonces la mayor queja de los enfermos no es la penumbra, ni tenerse que aguantar las ganas de ir al baño, sino la falta de medicamentos.
La farmacia del centro de salud está cerrada hace tiempo. Los pacientes deben trasladarse a otra unidad para surtir su receta: a Huentitán, La Aurora o de plano, hasta alguno de los hospitales civiles, lo que supone pasajes de camión que muchos enfermos no tienen con qué pagar, para encontrarse con que la receta no se las surten tampoco o se las surten a medias, porque no hay medicamentos.
Hablan los pacientes
Eduvina Pérez Rosales acude al centro de salud de San Miguel de Huentitán desde que se fundó, hace treinta años. "Al principio bien todo, nos checaban todo, había psicólogo, ahorita pues ya no. Ni medicina hay, tiene uno que comprarla. Ayer vine a hacerme unos exámenes y tuve que comprarme una medicina de más de 500 pesos, no le queda a uno ni para la comida", afirmó.
Don Mauro Yáñez tiene 75 años, los mismos que tiene viviendo en Huentitán y es paciente del centro de salud de San Miguel, donde acude al grupo de autoayuda para personas con diabetes. "Los doctores nos atienden muy bien, la verdad, pero ¿qué nos ganamos? No hay medicina, hay que ir a comprarla uno". Sólo para controlar el azúcar Mauro gasta unos 200 a 300 pesos al mes según lo que surta, pero cualquier infección puede ponerlo en apuros para comprar los fármacos. "A veces le dan una cosita, o dos, pero ya hace tres meses que ni paracetamol", sostuvo.
La misma queja se repite una y otra vez entre la mayoría de pacientes, adultos mayores.
"La atención médica para mí siempre ha sido bien, lo único que últimamente ha sido el abasto de medicinas. Yo tengo cinco años diabético y con presión (alta), y nomás un año se me dio la medicina y ya después empezó que no había una cosa, que no había otra, u ahora totalmente, no me dan nada... si no hay aquí menos en otros centros" señaló Jorge Félix Ramírez, afiliado al Seguro Popular.
En centro de San Miguel de Huentitán fue inaugurado en 1982, como parte del programa en apoyo a zonas marginadas. Tampoco se la ha invertido al inmueble en esta administración. De hecho aún luce los colores institucionales del gobierno de Emilio González.
Un camión de la empresa Dimesa, S.A. de C.V. proveedora de fármacos del Seguro Popular, llega puntual a entregar la dotación para la semana: una cajita con algunas piezas de las claves de mayor demanda, que se acabará en uno o dos días, lamenta el doctor Miguel Vázquez Lomelí, médico de base con treinta años en la SSJ.
"En estos últimos tres años hemos tenido muchas carencias... pero el problema número uno que tenemos es el desabasto de medicamentos; igualmente tenemos una plantilla incompleta por todos los trastornos administrativos. Hemos tenido también desabastos de insumos, no tenemos siquiera lo más elemental para la unidad", aseguró.
Varios letreros dentro de los centros de salud dan cuenta de la crisis económica, al exigir fármacos, insumos –en Tetlán no tienen ni abatelenguas para una mínima revisión de garganta cuando la causa más común de consulta son las enfermedades respiratorias- mientras que inexplicablemente, opina Vázquez, la SSJ argumentó en días pasados que el problema es menor, y que tiene que ver con el adeudo de 800 millones de pesos a Dimesa.
"Y los pacientes afiliados al Seguro Popular, que tienen una póliza que es un contrato ¿qué culpa tienen de la deuda?, cuestionó el médico desde San Miguel de Huentitán que hartos de la crisis se encuentra en asamblea permanente junto a los otros 582 centros de salud.
SRN