La corrupción no es cultural, no está en el ADN de los mexicanos ni se transmite de padres a hijos. Es un problema arraigado en las estructuras públicas y ampliamente tolerada por el ciudadano en su vida diaria, consideró la presidenta del Comité de Participación Ciudadano del Sistema Nacional Anticorrupción, Jaqueline Peschard.
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Durante una conferencia en el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), señaló que la corrupción es global, pero la impunidad no.
Esta es el reflejo del deficiente Estado de Derecho, donde no se castiga y se cae en un círculo vicioso.
Lo que falta es un sistema de denuncia eficaz y protección para los denunciantes, porque de otra manera nadie se atreve a denunciar a sus jefes.
El tema está contemplado en la ley, pero falta desarrollarse para que la gente se anime a evidenciar los actos que ve todos los días.
Es necesario prevenir pero también castigar, porque la tolerancia representa el 10 por ciento del Producto Interno Bruto, más de lo que cuestan todas las elecciones en 2017 y 2018, que apenas usan el 0.03% del PIB, porque todos los días el ciudadano permite diversas faltas que no llegan a las altas esferas pero igualmente dañan al país.
LC