Un lado poco visto de la médico anatomopatólogo Yolanda Jaramillo Rodríguez es su afición por la música.
Desde que era estudiante en la Facultad de Medicina de Torreón participó en una rondalla y después con el paso de los años estudió canto para entonar melodías operísticas. Aunado a eso, la fundadora de la asociación Mujeres Salvando Mujeres es una lectora asidua de dramas políticos y biografías de personajes de la historia universal. Ella es parte del Estado de La Laguna, pues nació en Gómez Palacio, estudió en Lerdo y ahora vive en Torreón.
¿Quién es Yolanda Jaramillo?
Una mujer que ha tenido la fortuna de poder dedicarse a lo que le gusta hacer y que todo esto ha sido posible gracias a un entorno muy favorable desde que soy niña. Tengo una familia, un esposo que se dedica también a la medicina y es un hombre muy dedicado a su trabajo, además de que tengo la fortuna de que es mi compañero desde la universidad. Hay un trato de igualdad y de apoyo mutuo, de entendimiento de que el otro también quiere crecer y tiene todas las capacidades y el derecho para hacerlo.
Disfruto mucho su compañía y yo diría que es mi bastión porque nos entendemos en los términos de la medicina, pero también en nuestra filosofía de vida y nuestros alcances. Hemos tenido la oportunidad de ampliar nuestra familia, tenemos dos hijos que ya hoy son hombres.
¿Por qué estudiar medicina?
La verdad es que nunca me planteé otra opción y desde que tengo uso de memoria me lo dije.
Cuando les dije a mis papás seriamente, mi padre se opuso y me dijo que una jovencita no puede andar entre enfermos entre tanto dolor, me dijo que debía dedicarme al periodismo o incluso estudiar economía. Como buena hija desobedecí y seguí mis instintos, pero mi papá respetó lo que yo quería hacer.
¿Qué disfruta hacer en sus tiempos libres?
Obvio como todas las personas tengo mis hobbies y distracciones que son las mismas desde que soy niña. Me gusta mucho cantar, bailar, disfruto mucho la lectura, la historia y disfruto de una buena tarde de cine. Aunque me gusta la fiesta no soy de antros ni de grandes pachangas, más bien disfruto de la compañía de mis amigos en cortito y grupos pequeños. Soy bohemia en ese sentido y me gusta mucho viajar, es algo a lo que le dedicó un buen de presupuesto.
¿Qué música le gusta?
He cambiado de gusto con el tiempo. Me gusta ir aprendiendo un poco más; hace unos años empecé a estudiar canto y me gusta mucho porque de una técnica que me ayudó mucho me dio confianza para cantar cosas que antes no, incluso opera.
Tengo muchos favoritos, pero depende del momento y yo digo siempre que si a mí me hubieran enseñado medicina con música hubiera aprendido a la n potencia.
¿Qué tipo de música la define en este momento?
En este momento la música que me gusta mucho es la de bailar en pareja.
¿Qué le gusta leer?
Hay muchos libros que me han gustado y en su momento leí mucho a García Márquez. Era de la literatura del boom latinoamericano.
¿Cómo ve el avance de las mujeres aquí en La Laguna para tomar diversos espacios en la medicina?
Igual que todas las mujeres hay terrenos en los que ya no llegan. Es el mismo principio en medicina que otros lados: mujeres que trabajan mucho, uno puede ver un cuerpo de gobierno de un hospital formado por mujeres, pero en general es un hombre porque las mujeres hacen toda la chamba, son muy trabajadoras, leales y fieles a su trabajo y finalmente el que dirige es un hombre.
Muchas veces quienes pueden hacer lo contrario lo hacen porque están en un momento de su vida en que la familia creció, pero si es una mujer joven en crecimiento queda en crecimiento porque tiene que atender las labores impuestas por el medio y otras por ellas mismas.
Si una mujer empieza a ascender entonces es porque alguien le ayudó y pagó el precio correspondiente, dicho a veces por las mismas mujeres. O las mismas mujeres, si hay que apoyar, muchas veces son las que apoyan al varón.
Tuve un compañero que dijo que nunca iba a dejar que una mujer le mandara. Cuando llegué a Torreón tenía 32 años, era jefa de mi servicio y tenía a mi cargo cuatro varones con más edad que yo, ellos reaccionaron dejándome el trabajo y tuve que sacar su trabajo y el mío.
Un día me pasó una cosa muy curiosa en el hospital cuando era jefe de división. Vino una visita de México de un gran señor y me pidieron ser la maestra de ceremonias del evento, entonces llega un momento en que me dice el director que les diga a tres chicas que le sirvan el café a los visitantes. Tomé el micrófono y les dije que deseamos que estén muy bien, pero les quiero informar que a su izquierda está la estación de café.
Me fue como en feria porque dije eso, pero no tenía nada de malo y no tenemos porqué servirlos las mujeres, ellas que eran compañeras del hospital. Esas cosas todavía existen y ustedes ven en cualquier evento a tres edecanes que no están haciendo nada, pero son la presencia femenina y a la hora de tomar la tribuna o exponer una idea ya no les gusta.
Yo sí aprendí a hacer eso, pues mi papá es un hombre que lee mucho y desde niñas comíamos y había sobremesa y debate, por ejemplo podríamos debatir ahorita el FRENA o los fideicomisos porque siempre estábamos informados. Nosotros teníamos un orden y pedíamos la palabra como si estuviéramos en asamblea.
CALE