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Cesárea, las heridas de un parto deshumanizado

Una alternativa para que las mujeres puedan traer al mundo a sus hijos de una manera más armónica está tomando fuerza, se trata de la práctica llamada "parto humanizado".

A Ana le rondaba una duda, sospechaba que tal vez un segundo corazón latía dentro de ella. Una prueba de embarazo le anunció el positivo y un examen de sangre terminó por aclarar ese presentimiento. De eso ya 17 meses. Ana comenzaba una etapa que siempre anheló: ser madre.

Relata que su embarazo transcurrió sin contratiempos y saludable, todo indicaba que su parto sería natural.

Ana confesó que deseaba sentir las contracciones y parir a su bebé, que desde hacía tiempo sabía que sería niño. No imaginaba el mal episodio que viviría en el Hospital General de Lerdo.

"El 31 de diciembre a las 3:00 horas rompí la fuente". Ahí comenzó el calvario.

Ana relató que desde ese momento todo era incertidumbre porque no le informaban nada sobre el proceso de su parto, solo recibía órdenes de doctores y enfermeros, la acostaron en una camilla en contra de su voluntad, recuerda que a lo largo de 3 horas doctores diferentes la "tocaban" para realizarle el tacto.

"No me decían nada, ni cuanta dilatación traía. Si iba bien o mal, nada. Solo hablaban entre doctores y pues uno se queda con la intriga".

Cuenta que a las 8:00 horas llegó una ginecóloga que la revisó a ella y a otras pacientes que también estaban en labor de parto. "Preparen el quirófano para cesárea", escuchó a lo lejos Ana mientras un hormigueo le invadía.

"En ese momento pensé que la cesárea era para otra mujer y lo lamenté por ella". La indicación era para intervenir a Ana debido a que estaba tardando mucho en dilatar.

El argumento médico fue: "mi bebé estaba muy arriba y yo dilataba muy lento, a mi ver, más bien querían salir temprano porque era 31 de diciembre y ningún doctor se quería quedar a esperar mi labor de parto, entré a las 3:00 y me sentenciaron a las 8:00 horas".

Recibió la noticia sola, las políticas del hospital no permitieron que ninguno de sus familiares la acompañara a enfrentar ese momento.

Ana recuerda amargamente: "inmediatamente se me hizo un nudo en la garganta y se me llenaron los ojos de lágrimas, lloré, pero ahogaba el llanto como podía, estaba asustada, defraudada de saber que no pariría a mi hijo".

LOS DERECHOS VIOLENTADOS [OBJECT]

En esa atmósfera, Ana se encontraba desarmada. "Son momentos en los que no puedes pensar con claridad, te plantean las cosas como que la alternativa urgente es esa y te aterras de pensar que si no es así,tu bebé va a sufrir y lo lamentarás toda la vida".

Por la mente de Ana pasaba todo, menos que estaba siendo víctima de violencia obstétrica, la cual es una forma específica de violación a los derechos humanos y reproductivos de las mujeres, que se genera en el ámbito de la atención del embarazo, partos y puerperio en los servicios de salud públicos y privados, según un Informe del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE).

Ana sigue el relato y comparte que en ese estado de ansiedad le llevaron una hoja para "firmar su sentencia", era la autorización para realizar la cesárea, una decisión que tuvo que tomar sola y con una nube de dudas.

En una definición médica, la cesárea es una cirugía que se practica a la mujer embarazada, cuando se presentan complicaciones para expulsar al producto de manera natural por el canal vaginal. Es un procedimiento que puede salvar a la madre e hijo en una situación de riesgo.

Sin embargo la Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que el riesgo de mortalidad materna es hasta 6 veces superior en parto por cesárea que en parto vaginal.

Ana comparte con nostalgia su sentir en el momento que le quitaron el derecho de parir a su hijo.

"Firmé el documento de autorización y me vendaron las piernas para introducirme al quirófano, ingresé a ese lugar, entré serena pero vencida, como la vaca que se cansó de luchar y termina por aceptar que va hacia el matadero".

"Así rendida, me calmé por no afectar al bebé, pero me abandoné, me dejé ahí que hicieran de mí lo que fuera".

CESÁREAS INNECESARIAS

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el 38.1% del total de nacimientos en México suceden mediante cesáreas.

Marco Mendoza Gutiérrez, jefe de Ginecología y Obstetricia del Hospital General de Zona Número 46 en Gómez Palacio, explicó que para realizar una cesárea se requieren algunos criterios médicos, como el que la madre tarde en dilatar o que el producto no se acomode para salir por el canal vaginal.

Aseguró que en esa institución siempre tratan de difundir el parto por vía vaginal como primera opción.

Mendoza Gutiérrez aclaró que el criterio es propio del ginecólogo y es él quien decide la práctica de la cesárea.

"Se le pide la autorización a la madre y se habla con el esposo o con el familiar más cercano, el documento es el de conocimiento informado, que va firmado por paciente, médico y testigos".

Marco Mendoza informó que en esa institución se realizan en promedio entre 70 y 80 cesáreas al mes, lo que representa el 35% del total de partos.

¿Hay partos injustificados? existen informes que así se presenta

Donde se pone más en práctica es en la medicina privada, porque ahí las mujeres llegan más para ser intervenidas.

Refiere que en el Hospital General de Zona Número 46 en Gómez Palacio se trata de que el parto siempre sea de manera vaginal y que se respeta al 100% los tiempos de labor de parto de las mujeres.

Sin embargo por cuestiones de tiempo el especialista explicó que deciden aplicar analgésicos para que sea "un poquito más rápido, con la intención de que salgan unas y entren las que siguen".

El Informe del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), describe que las estadísticas demuestran el continuo abuso de cesáreas.

"El porcentaje de cesáreas que se realizan en México es alarmante y duplica o triplica el recomendado por la OMS (Organización Mundial de la Salud)".

"Ello sugiere que muchas cesáreas son innecesarias y que se realizan a conveniencia del médico o de la institución de salud, a costa de riesgos de salud para las mujeres embarazadas", cita el documento. [OBJECT]

Por otro lado, al hablar sobre las recomendaciones generales que publicó la Organización Mundial de la Salud en 1985 para ofrecer un parto saludable y que el nacimiento no sea tratado como una enfermedad, Mendoza Gutiérrez refirió que ellos no pueden respetar muchos puntos, por ejemplo el que la madre decida permanecer de pie y no acostada como comúnmente se les pide en las instituciones.

"Eso no lo podemos respetar meramente por cuestiones de espacio, no podemos tenerlas caminando debido al espacio reducido".

UNA OPCIÓN PARA UN PARTO SALUDABLE

En la actualidad una alternativa para que las mujeres puedan traer al mundo a sus hijos de una manera más armónica está tomando fuerza, se trata de la práctica de un "parto humanizado".

Silka Guerrero, educadora de psicoprofilaxis perinatal, que se refiere a la enseñanza, la preparación física, emocional y psicológica de la embarazada y su bebé, explica que en el parto humanizado se respeta completamente el transcurso normal del parto y los deseos de la mamá.

"Es un parto en el que casi no hacemos nada los que estamos alrededor, la mamá solita fluye con sus hormonas, se respetan sus tiempos y lo principal es no intervenir los que estamos alrededor, ya sea médico, partera, al menos de que la madre así lo necesite".

Jaqueline Loza, Médico General y Especialista en Medicina Alternativa, refiere que la mujer embarazada es la única paciente sana que entra a un hospital y se le trata como a una enferma.

"Desde que te dicen que te vas aliviar ¿por qué te vas aliviar? Si no estamos enfermas, el proceso del parto es un proceso sano", argumentó.

Silka y Jaqueline son parte de "Nacer Libre", una institución que ofrece una alternativa de parto, en donde las decisiones de la madre son lo más importante y se practica al 100% un parto humanizado.

Ahí Marley Guerrero, una mamá primeriza tomó la decisión de llevar el proceso de su embarazo, en donde explicó se le dio toda la atención y los cuidados que deseaba.

"En Nacer Libre me ofrecieron la práctica de yoga, un curso psicoprofiláctico, al cual te acompaña tu pareja, un punto al que yo le doy mucha importancia".


Marley Guerrero a sus 20 años parió a su hija Julia el 20 de julio a las 9:04 horas en el Hospital General de Lerdo, aunque al final tuvo al bebé dentro de una clínica pública, su parto es considerado humanizado, debido a que en todo momento Marley tomó decisiones, desde llevar a cabo la labor de parto en casa, hasta pedir que no le pusieran anestesia en el hospital.

"En todo momento preguntaba a los enfermeros, ¿qué me estás poniendo? Y ya me decían que era suero, yo preguntaba todo porque por ningún motivo quería que me anestesiaran y eso es algo que ellos tenían que respetar".

El plan de Marley era parir al bebé en su casa, aunque al final no fue así, por factores como el estrés o el cansancio, ella le agradece a Dios que le permitiera tener su "labor de parto" en casa y no dentro de una institución.

Marley está convencida que en el hospital, los médicos la hubieran orillado a vivir la cesárea debido a que su labor de parto duró 30 horas.

"Estoy segura de que no hubieran respetado mi proceso y por cuestiones de tiempo hubieran tomado la decisión de abrirme, yo tuve un parto humanizado aunque la bebé nació en un hospital, porque al final fue rápido, no me hicieron sufrir, no me pusieran anestesia".

Silka Guerrero indicó que en los cursos que ofrecen en "Nacer Libre" ayudan para que la madre se prepare en cuanto a lo físico, emocional y mental.

Refirió que al mes, alrededor de 15 mujeres llegan al consultorio para pedir información y la mayoría de ellas se anima por un parto totalmente humanizado.

Argumentó que es de suma importancia darle toda la información que la madre requiera.

"La información es poder, eso nos va dar herramientas para conocer el proceso del parto y no asustarse, también para que la mujer esté consciente de todos sus derechos y así pueda pensar que su parto fue un momento placentero y no una huella de una mala experiencia que la deja marcada para toda su vida".

Mujeres como Ana y Marley son las voces de dos experiencias contrarias. Las estadísticas sobre el aumento de cesáreas, indican que en el país existen muchas Anas, madres que fueron violentadas al quitarles el derecho que como mujeres les correspondía: el de parir a sus hijos.

Por otro lado Marley muestra una vía alterna, una opción de parto que cuida la integridad, dignidad, deseos y los derechos de las mujeres embarazadas.

Sin duda el parto es una etapa que trasciende y deja huellas, es por eso que Michel Odent, obstetra francés considera que:

"Cuando el proceso del nacimiento sea visto como un período de suma importancia en el desarrollo de la capacidad de amar, ocurrirá la revolución en nuestra visión de la violencia".

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